Fallecimiento de Monseñor Capucci

En 1 de enero de 2017, falleció en Roma el arzobispo greco-melquita Monseñor Hilarión Capucci a los 94 años de edad. Nacido en Alepo, Siria, el 2 de marzo de 1922, fue ordenado sacerdote de la Orden de San Basilio de los melquitas de Alepo, el 20 de julio de 1947.

Vida y obra

El 30 de julio de 1965 fue nombrado arzobispo de los greco-melquitas, de Caesarea en Palestina, una Diócesis titular católica.

Conjugando los valores patrióticos y de la Justicia con su misión espiritual, Monseñor Capucci fue un incansable y comprometido luchador por la causa del pueblo palestino, la cual defendía desde su prédica.

El 6 de agosto de 1974 fue arrestado por las fuerzas de seguridad israelí que lo acusaban falsamente de contrabandear armas para la resistencia palestina.

Encarcelado por el régimen sionista, fue víctima de torturas físicas y psicológicas. El 9 de diciembre de 1975, el arzobispo fue condenado por una corte militar israelí a doce años de prisión. Luego de muchos intentos por parte del Papa Pablo VI, solicitando su inmediata liberación, el 6 de noviembre de 1977, recuperó su libertad y fijó su residencia en Roma.

Monseñor Capucci continuó tenazmente en defensa de la causa independentista de los países árabes en general y de Palestina en particular. En 2003, se opuso a la invasión de Irak. En febrero de 2009, se embarcó en un buque de bandera libanesa que transportaba víveres y medicamentos a la Franja de Gaza pero el barco fue interceptado y bloqueado por la marina de guerra israelí.

En mayo de 2010, con 88 años de edad, participó en la flotilla de ayuda a la Franja de Gaza del Movimiento de Gaza Libre. Como pasajero del Mavi Mármara, barco de bandera turca, donde fue testigo del asalto y abordaje por parte de la marina de guerra israelí en horas tempranas del lunes 31 de mayo.

En el incidente nueve personas civiles fueron asesinadas y muchas otras heridas. Monseñor Capucci fue detenido y trasladado a la prisión de Beersheba y luego deportado. Al regresar el Mavi Mármara a Estambul, Capucci brindó un discurso testimonial ante el numeroso público que acudió a recibir a la heroica tripulación.

Los gobiernos de Egipto, Irak, Libia, Siria y Sudán, han honrado su figura con sellos postales.

Mensajes y condolencias

El patriarca grecomelquita de Antioquia y Oriente, Gregorio III, lamentó la pérdida de Capucci al señalar que “fue un héroe de la causa palestina, por la que luchó toda su vida”.

El presidente palestino, Mahmud Abbas, expresó su pesar y recordó que el religioso era un "valiente luchador",  "conocido por su defensa de los derechos del pueblo palestino".

“Generaciones de palestinos mantendrán viva su memoria tras su muerte”, aseguró por su parte, Izat Al Rishq, miembro de la autoridad política del Movimiento Hamás.

Monseñor Ibrahim Salameh lo recuerda

El Diario Sirio Libanés se comunicó con el Exarca Greco Melquita de la República Argentina, Monseñor Ibrahim Salameh, quien compartió conceptos, opiniones y experiencias personales relativas a la imborrable huella de su compatriota, Mons. Capucci.

-¿Que reflexiones nos puede brindar sobre la figura de Monseñor Capucci?

- Desde el momento en que es electo obispo de Jerusalén, el muestra la línea nacionalista que está en sus genes.

El atendió la parte espiritual, con su toque de patriotismo, porque el hombre no solamente es espíritu sino que es también materia. El sintió que debía combinar ambas tareas, afianzando a la gente en su propia patria, lo cual indignaba a las autoridades locales que veían su accionar como excedido de sus funciones.

Pero esto no era para nada así, por ejemplo el en el Día de la Madre, insistía en sus predicas en que la madre es la Tierra, y nadie debe abandonar a su madre.

Esto por cierto fue tomado por las autoridades israelíes como una interferencia o una indebida incursión en la política, porque sabemos que desde su postura han llevado adelante el proyecto colonial de hacer que los palestinos abandonen su tierra para convertir a Palestina en un Estado judío. De hecho, los asentamientos que vemos hoy son solo una parte más del mismo proyecto.

Entonces en 1974, estando él en Líbano visitando a los padres Paulistas, yo estaba allí en mi época aun de estudiante, nos acercamos todos a él y le preguntamos cómo estaban nuestros hermanos en Palestina, y él además de comentarnos como estaba la difícil situación con la ocupación, nos dijo “siento que algo se me prepara allí (en Palestina)”, estaba a unos días de volver por el sur del Líbano, vía Naqoura.

Y en efecto, escuchamos luego de su partida, que tenían todo preparado para encarcelarlo con cargos falsos de tráfico de armas.

Demás está decir que no llevaba ningún tipo de armamentos, puesto que cargar herramientas de muerte es algo contrario a su naturaleza y a su misión. Por otra parte, es evidente que los recursos de la OLP en ese momento no necesitaban para su causa de unas pocas piezas que pudieran llevarse en un auto particular.

Lo que sí llevaba eran ayudas monetarias para determinadas familias en Palestina, que normalmente sus feligreses le pedían llevara para sus familiares bajo ocupación.

-¿Y luego pudo volver a verlo?

-Lo vi por segunda vez en un hotel en Damasco, allá por 1979, tras su liberación, en oportunidad de un viaje que hizo invitado por el gobierno sirio. Entonces lo invité a mi zona, el Valle de los Cristianos, para que dicte una charla sobre su experiencia en la cárcel, pero su agenda no le permitió hacerlo.

En otra oportunidad, en 1981, junto con el padre Atanasios Farah, nos llamó desde la embajada de la Liga Árabe en Buenos Aires, y viajamos desde Rosario y compartimos un día entero con él.

Y una vez, en Roma a punto de irnos al Líbano, casualmente lo encontré a Mons. Capucci en el aeropuerto despidiendo gente y me levantó los brazos con alegría celebrando el encuentro fortuito, allí también charlamos un buen rato en el aeropuerto antes de mi vuelo.

-Seguramente ha sido una influencia muy importante…

-Él fue un hombre decidido, de mucha personalidad y sin duda de mucha espiritualidad, ambas cosas muy marcadas.

Debe tenerse en cuenta que su amor por la Justicia y los Derechos de su gente, no significaron nunca un desamor u odio hacia otra comunidad, sino que siempre fueron en pos de lograr la Justicia divina para los hombres.

No se puede amar al pueblo, de manera disconexa con su medio ambiente, su tierra, su identidad y su modo de vida, porque es un todo indivisible.

Monseñor Capucci dejó una impronta e influencia muy agradable en gran parte del clero oriental, como icono vivo del patriotismo y el amor a la gente.