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lunes, 08 de marzo de 2021

Día Internacional de la Mujer

Por Gladys Abilar

Los antecedentes históricos que remiten a la creación del Día de la mujer son ampliamente conocidos, pero no por ello dejaremos de rememorarlos en cada fecha como tributo a la lucha por alcanzarlos.

Dos hechos importantes ocurridos en la ciudad de Nueva York marcan este acontecimiento. El primero data de 1857 cuando miles de trabajadoras textiles marcharon por barrios adinerados de la ciudad en protesta por las condiciones denigrantes en las que trabajaban. El segundo dato ocurrió en 1908, cuando unas 20.000 costureras industriales de grandes factorías declararon una huelga reclamando el derecho de pertenecer a los sindicatos, y desde ese lugar realizar sus proclamas por mejores salarios, jornadas de trabajo más humanas, perfeccionamiento laboral y rechazo al trabajo infantil entre otras.

Durante los disturbios, 130 trabajadoras murieron quemadas en el incendio de la fábrica Cotton Textile Factory. Los propietarios habían encerrado a las empleadas para impedirles que se unieran a la huelga. Probablemente estos dos hechos ocurrieron alrededor del 8 de marzo. De allí su designación, la que marcaría históricamente el Día internacional de la mujer.

El movimiento internacional de mujeres socialistas de finales del siglo XIX, se suma a esta lucha de alcances nunca antes vistos, cuyo exclusivo propósito, sumado a lo antes mencionado, fue impulsar el conflicto por el derecho al voto de la mujer, sin ningún tipo de restricción, e independiente de los niveles de riqueza, propiedades o educación. Más aún, es en el siglo XX cuando se inicia la verdadera gesta emancipadora del sexo femenino.

Mientras tanto en Europa, dos figuras preponderantes, entre muchas otras claro está, fueron Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, ambas comunistas y pioneras en defender los derechos de las mujeres y bregar por el voto femenino. La historia las recordará en sus páginas más ardientes y significativas.

Cuando se celebró el primer Día Internacional de la Mujer, más de un millón de ellas participaron públicamente en el evento. Después de la I Guerra Mundial ésta celebración se extendió a toda Europa y a las Américas, Asia, África y Oceanía. Con el tiempo la humanidad entera -salvo algunas excepciones, se adhirió de los festejos del 8 de marzo.

En el siglo XXI  el rol de la mujer ha crecido notablemente, proyectándose en áreas nunca antes exploradas y con sobrados logros, diversificándose en diferentes actividades, sin descuidar lo básico como la atención familiar, la faz laboral y el desarrollo social, debiendo sostener un papel protagónico correlativo a las exigencias que  la actualidad le demanda y capacitándose para contribuir a la expansión y progreso en espacios impensados para ellas sino que fueron privativos del hombre.

Hoy es común el acceso de la mujer a cargos antes vedados para ellas, como Presidencias, Ministerios, Congresos, Intendencias, Embajadas. Etc. La mujer ha extendido sus capacidades en forma idónea, o sea instruyéndose para afrontar con sólidos conocimientos actividades en terrenos tan inesperados como el ejército, la mecánica, manejo de maquinaria pesada, la astronáutica. La mujer ha demostrado estar a la altura del hombre en menesteres que en su momento fueron pensados sólo para ellos.

El paradigma de la nueva mujer para esta centuria ya está aquí. Hoy nos toca ser testigos de un mundo relacionado al notable desempeño de muchas mujeres sobresalientes, líderes o no, que ya están presentes y se expresan con actitudes, decisiones y comportamientos inéditos. El origen de esta nueva generación de mujeres del siglo XXI, irónicamente no está en el presente sino en el pasado. Es en el siglo pasado donde se inicia la gesta y esta nueva mujer dice “presente”.

Paso a paso, pero con aplomo, fuerza y constancia, desde tiempos inmemoriales la mujer ha dado vida y sentido a la vida; ha inspirado poesía, canciones, pinturas, esculturas y demás expresiones del arte, los artistas no hubieran encontrado sus musas  sin ellas; La mujer ha dado, ha creado, ha inspirado y ahora está recogiendo los frutos de tanta siembra abnegada, mientras va ganando su real espacio en la historia al reclamar legítimamente sus derechos.

Hoy más que nunca se erige en protagonista señera del presente y el futuro, cuando la pandemia azota al universo, la mujer también dice “presente”, y se encolumna junto al hombre para hacer frente a la lucha desigual y despiadada del vil flagelo.

La mujer, como persona humana no es más ni menos que el hombre. Ambos tienen iguales derechos. Sin embargo, por múltiples razones, sociales, culturales o religiosas, le ha tocado ser víctima, a lo largo de la historia, de diversas y deleznables discriminaciones.

Hoy podemos señalar, parafraseando al gran poeta Octavio Paz, que la mejor medida del avance, progreso y modernidad de los pueblos, no se determina únicamente por el grado de desarrollo científico o tecnológico, sino más bien por la capacidad crítica y autocrítica de sus habitantes, así como por la libertad, igualdad y derechos humanos que se le reconozcan a las mujeres.

Mujeres insignes han empuñado el estandarte de la lucha, el genio y la humanidad, tales como: Madre Teresa de Calcuta, Marie Curie, Frida Kahlo Calderón, Juana De Arco, Gabriela Mistral, Florence Nightingale, Eva Perón, María Parado de Bellido, entre otras. Pero dichas virtudes y cualidades están presentes, no sólo en connotadas mujeres, sino también en la mujer sencilla y simple que día a día enfrenta la vida con coraje resistiendo el infortunio para salir adelante airosa forjándose un futuro mejor.

El Día Internacional de la Mujer comprende a mujeres comunes y corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pos de la igualdad negada o restringida por el hombre; el mismo que lamentablemente olvidó y olvida aún que los derechos de  la mujer no se los tiene que ganar, ni mucho menos se los tienen que otorgar, es más ni siquiera la ley pudo otorgárselos, sólo le quedó a la ley reconocérselos, ya que los derechos de la mujer se encuentran ínsitamente presentes en cada una, únicamente por el solo hecho de ser mujer.

Sería un despropósito edificar la figura de la mujer revalorizada o empoderada, a expensas del hombre derrotado o disminuido ante la culpa de tantos siglos de error perpetrado. Seamos cuidadosos al pronunciarnos. Erradiquemos expresiones destructivas tales como “discriminación positiva” a favor de las mujeres y en perjuicio de los hombres. Ambos deben marchar a la par reivindicándose mutuamente en los valores que la naturaleza nos legó. Juntos, a la par, constituyen un frente infranqueable ante las adversidades.

Aboguemos porque el reconocimiento de los derechos de la mujer sea una auténtica realidad en las mentes y en los corazones de todas las personas y en todos los rincones del mundo.

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