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jueves, 17 de marzo de 2016

Dos sirios que mantienen vivas las raíces

Por Redacción Diario Sirio Libanés

El Diario Sirio Libanés pudo encontrarse con dos referentes de la colectividad, Norberto Mattar y Enrique Saquer, quienes compartieron en una cálida charla su historia de vida.

Acerca de los protagonistas

Norberto Mattar, a los 87 mantiene una energía envidiable. De sangre siria, se crió en la Capital Federal donde se radicó con toda su familia. A los 20 años, tras enfermarse su padre, quedó a cargo de la empresa textil familiar conocida como “Mattar Hnos”.

Por su parte, Enrique Saquer, hace 50 años es dueño de una de las empresas de lanas más importantes donde trabaja con su familia.

-¿Qué reflexión hacen ahora, luego de tantos años, de la colectividad sirio libanesa?

ES: Yo voy a contar un poco la historia de mi familia. En 1907 vinieron de Bahour (Siria), Don Miguel Abraham Mattar, el mayor de los Mattar; Don José Saquer, el hermano mayor de mi padre y José Abdallah. Miguel se radicó en Buenos Aires y se dedicó al rubro textil desde 1912. Luego en 1914 se casó con Inés Azize y ambos empezaron a hacer camisetas hasta que en 1915 conformaron la primera hilandería de los Mattar. Mientras tanto,  mi tío José se fue al sur de Santa Fe y se dedicó a la cosecha de trigo porque no le gustaban las telas. Fue así que llegó hasta Cnel. Dorrego, un pueblo que se encuentra a 100km de Bahía Blanca, lugar donde se afincó y vive hasta el día de hoy. Por su parte, mi padre en el año 1945 puso un negocio de lanas en la calle Salta 430 y se asoció con un hijo de sirios. Pero al tiempo esa sociedad se disolvió y ahí empezó en la calle Lacroze y Martínez con una fábrica de tejidos. Después llegamos mi hermano y yo, que como buenos vagos del estudio empezamos a trabajar en la fábrica. Desde el año 70 estoy en el mismo lugar. Trabajo con mi hermano y con mis hijos varones que luchan al lado mío en recuerdo de nuestros antepasados.

-¿Cómo empezó en la empresa?

ES: Me dieron la escoba para que aprenda a barrer (risas). Empecé desde abajo y me fui haciendo. En los años 60 mi hermano se incorporó y hasta el día de hoy trabajamos juntos.

-¿Tienen algún recuerdo de sus mayores sobre los desafíos que implicó afincarse aquí en Bs As?

NM: En mi caso, recuerdo, teníamos admiración por el tío Miguel y su señora. Ella trabajaba, cocía, hacia las prendas y las dejaba listas para que Miguel saliera a venderlas. Ese fue el primer arranque. Y luego poco a poco el emprendimiento se fue transformando en una empresa textil . Ese matrimonio fue el que impulsó todo y derribó obstáculos.

-¿Siempre mantuvieron la empresa familiar?

NM: Si, siempre y respetando al tío Miguel. Para nosotros él era como un Dios. Él fue el que trajo a toda la familia para luego poder desarrollarse. Finalmente terminaron compenetrándose  tanto en este país que ya se decían argentinos.

-Sus padres. ¿Qué nos pueden decir de ellos?

ES: Mi familia siempre les abría las puertas a todos. Mi madre vino con mi tío Simón, Elías, Musa y Jorge en el año 1923, siendo la más chica del grupo. Mi padre llego al país posteriormente, en 1927 con parte de la familia Tammer. Se terminó casando con mi madre  en el año ‘33 porque ya se conocían de su pueblo desde que eran chicos. Una vez radicados en la Argentina, todos se mudaron a Colegiales y nos terminamos convirtiendo en una familia tradicional de aquel barrio. Allí pasábamos todas las fiestas, jugábamos con los primos cuando éramos chicos; éramos un montón.

-¿Cuándo jugaban al fútbol donde jugaban?

ES: En Conesa 1073, en la puerta de la fábrica.

-Sobre sus familias, cuéntennos como están compuestas.

ES: Tengo cuatro hijos, dos varones y dos mujer. La mayor tiene 44 años, luego le sigue un varón de 33 que está casado y tienen tres hijos divinos, luego está el otro varón que es el que me sigue los pasos en la parte administrativa de la empresa, mientras que  el otro se dedica a la parte creativa. Con respecto a las chicas, la más grande tiene un showroom y la más chica tiene una marca de ropa que se llama “Agustina Saquer”.

NM: Yo tengo tres hijos varones y dos nietos, Jerónimo y Conrado, que son mi locura. Por su parte, mi esposa también es hija de árabes. Cuando la conocí sentí un flechazo; la vi y dije ‘esta va a ser mi mujer’, y así fue. Al día de hoy llevamos 63 años de casados.

-¿Qué nos pueden contar del trabajo solidario que siempre tuvieron sus familiares?

NM: Mi padre vivía para el bien del resto. Su felicidad era ver como lo que él hacia tenía un objetivo de bien.

ES: Hay historias muy lindas y lo que dice Norberto lo ratifico cien por ciento. Los terrenos de la calle Cabrera de la Catedral Ortodoxa San Jorge fueron comprados cuando el tío Simón era presidente del Consejo Ortodoxo. Asimismo, fue un colaborador permanente con el Hospital Sirio Libanés de Buenos Aires y también con su pueblo natal de Bahour. Mi tío siempre mantuvo la familia unida.

-Cambiando de tema, la familia Mattar formó parte de la comisión del Club Atlético River Plate, cuéntenos algo sobre eso…

ES: Hay un ejemplo que clarifica la generosidad de la familia Mattar. La quinta familiar fue la puerta que se mantuvo abierta cuando River Plate en el año 62 perdió la final con Peñarol en Chile. Durante ese campeonato el plantel se concentraba en la quinta de la familia.

NM: Mi viejo decía que todos los gastos de River los pasáramos a su cuenta. Los jugadores de River pasaron mucho tiempo en nuestra casa.

-¿Por qué se hizo hincha de River?

NM: Por mi viejo. Él iba con mi tío Jorge a la cancha de San Lorenzo y veía que los hinchas de San Lorenzo insultaban a los hinchas de River, entonces se terminó haciendo de River por ser el equipo que más insultos recibía, como en defensa al equipo más “castigado”. Así nació nuestro fanatismo riverplatense.

-Norberto, sabemos que usted y sus hermanos, siguiendo la lógica futbolera, estuvieron en el Mundial de Londres, ¿Cómo fue esa experiencia?

NM: Fue algo maravilloso, porque todos somos fanáticos del fútbol. Ir al mundial era un sueño. Allí pudimos reencontrarnos con muchos jugadores de River con quienes tengo fotos. Fue algo inolvidable.

-Norberto, sabemos del viaje que ha realizado en 1980 a Siria. ¿Cuál fue su experiencia?

NM: Fue todo tan maravilloso que se me pone la piel de gallina y no es porque sea de River (risas). El viaje fue impresionante, fui con mi padre quien aprovechó minuto a minuto para reencontrarse con su gente, ni dormía prácticamente. Por mi parte siempre viví con un nudo en la garganta de tanta emoción. Estaba todo el pueblo a nuestra espera, fue imposible no emocionarse.

-¿Cuál es su recuerdo más fresco de aquel viaje?

NM: La primera imagen que se me viene a la mente es la de todo ese pueblo recibiendo a mi viejo. Fue algo tremendo, estaba enloquecido de alegría. Y recuerdo que a lo único que se dedicó durante el viaje fue a disfrutar del reencuentro con sus familiares y amigos.

 -¿Cuáles son sus relaciones con las instituciones de la colectividad?

ES: Con mi mujer nos casamos en el Homs Club, lo que demuestra mi gran arraigo a las raíces. Luego fui socio del Club Los Cedros. Mis hijos saben de la historia de la familia pero actualmente no participan de ninguna institución. Sin embargo, algo que siempre hacemos con toda la familia es colaborar con la Iglesia San Jorge.

-Están al tanto de lo que sucede en Siria. ¿Qué sensación les genera?

NM: Mucha tristeza. Ver al pueblo de uno arrasado por bombas es tremendo.

ES: Creo que es un problema de algunos que tienen la cabeza quemada y están destruyendo un país pacífico como Siria.

-¿Qué desean?

Paz.

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