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martes, 16 de agosto de 2016

Pappé: “El sionismo fue construido mediante la expropiación de tierras” (Pt. 3)

Por Khalil Bendib traducido por María Landi

Ilan Pappé es un intelectual e historiador israelí, autor de una vasta obra en la cual denuncia al sionismo y la represión constante del Estado de Israel contra el pueblo palestino. En la actualidad es profesor de historia en la Universidad de Exeter, Reino Unido, luego de ser expulsado dela Universidad de Haifa debido a su postura crítica y sus reveladoras investigaciones.

-De nuevo, en oposición al ‘pragmatismo’ de Chomsky, usted coloca no sólo el derecho al retorno de las y los refugiados en el centro de una eventual solución a la cuestión palestina, sino también la reparación por lo que les pasó durante los últimos sesenta y pico de años. Explíquenos por qué esto no es sólo un sueño utópico, y cómo estas dos condiciones esenciales son fundamentales para una verdadera solución de futuro en Palestina-Israel.

-Sí, en efecto. Creo que mi punto de partida sobre el derecho al retorno es muy diferente del de quienes lo valoran pragmáticamente. Es decir, si es factible, o incluso la cuestión –que de todos modos es discutible– de si Israel tiene la capacidad de absorber tal cantidad de gente, en caso de que todos los refugiados y refugiadas quisieran volver. Creo que esa no es la cuestión ahora, y no es la razón por la que estamos planteando el tema.

El derecho al retorno es un síntoma de la naturaleza racista del régimen sionista en Israel. Ese es el problema principal. La objeción de Israel al retorno se deriva del mismo razonamiento ideológico que hay detrás de la política de judaización en Galilea, la destrucción de aldeas beduinas en el Naqab (Negev) en el sur de Israel, la bantustanización de Cisjordania y la guetización de Gaza.

Se deriva de la misma razón: los sionistas, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, siempre han querido tener la mayor cantidad posible de tierra con el menor número posible de población árabe.

Y por lo tanto, cuando uno apoya el derecho al retorno, no sólo está reconociendo un derecho individual que fue reconocido por la comunidad internacional enla Resolución194 del 11 de diciembre de 1948; no sólo está adhiriendo a todas las convenciones internacionales sobre el derecho de las y los refugiados a regresar; lo que es más importante, uno está rechazando que sea legal, moral y políticamente aceptable la idea de que la población indígena no tienen derecho a vivir en su propia tierra. Y creo que ese es el tema principal.

Ahora, por supuesto –y otra vez voy a la diferencia entre el trabajo académico y la perspectiva activista– los académicos le dirán, y con razón, que si usted hace un análisis antropológico de la población palestina que está en los campamentos de refugiados, entre los palestinos que viven en el exilio, e incluso en lugares que ellos mismos eligieron, encontrará interpretaciones absolutamente diferentes de cómo ven la aplicación del derecho al retorno. Claro. Las personas tienen diferentes puntos de vista si, por ejemplo, ahora están refugiadas por segunda vez en el Líbano, después de salir del campo de Yarmuk destruido, o si viven…

-En Siria, sí.

-Sí. Tendrán una perspectiva diferente. Pero ese no es el punto. El punto sobre el derecho al retorno no es en este momento su viabilidad, sino ¿qué es lo que indica? Y tenemos un ejemplo horrible de eso, que, por supuesto, los medios de comunicación occidentales han ignorado totalmente, y creo que a propósito.

No recuerdo si lo he mencionado en el libro, pero yo lo mencioné recientemente en un artículo. El único país vecino de Siria que no recibió a un solo refugiado, el único país, es Israel. Todos los otros vecinos de Siria, con todos sus problemas internos, con toda su pobreza, con todos los aspectos más negativos de sus regímenes, no rechazaron a las y los refugiados de Siria, y les dieron refugio. El único país que no lo hizo fue el vecino más rico de Siria.

Ni siquiera tendió la mano desde un punto de vista humanitario –olvidémonos de la política– para decirle a la gente que vive en Yarmouk: “Sabemos que sus hermanos y hermanas que viven en Galilea (y no estoy usando el término metafóricamente: sus hermanos y hermanas, sus sobrinas y sus primos reales) están esperándoles para recibirles, para darles una solución temporal al infierno en el que están viviendo”.

Lo único que Israel está haciendo es recibir en sus hospitales a algunos de los combatientes islámicos más fanáticos; los cura y los envía de nuevo para que continúen la guerra en Siria. Esto te muestra lo que significa el derecho al retorno. Y de un cuarto de millón de personas desplazadas internas palestinas, Israel se niega a permitirle a una sola de ellas regresar a sus aldeas demolidas. Y todo tiene el mismo origen.

Así que si usted utiliza razones pragmáticas para explicar por qué el derecho al retorno es una utopía y no es factible, usted está diciendo que oponerse al racismo sionista es una utopía y no es realista. Bueno, si ese es su punto de vista, allá usted. Yo considero que luchar contra el racismo es la misión más realista, menos utópica, que he asumido en toda mi vida adulta.

-Así que para usted es tanto una cuestión de principios, de valores universales, así como la base fundamental de algo que en realidad podría funcionar en el futuro.

-Absolutamente. Usted sabe, hay investigaciones famosas de Salman Abu Sitta, quien mostró que la mayoría de la población refugiada podría asentarse en sus lugares de origen sin quitar a una sola de las personas judías que viven allí. Y hay mecanismos para reasentar a personas retornadas, se ha hecho antes.

Y para curar las heridas, no sólo en Palestina, sino también en el resto del mundo árabe, habrá que ponerle fin al problema de las y los refugiados palestinos. La única manera es reconocer el derecho individual de cada una de ellas, ya sean muchas o pocas las que decidan regresar.

Si usted empieza a hablar del problema de la implementación en un país que gustosamente recibió a un millón de judíos y judías de Rusia sin ningún problema de infraestructura, entonces está cayendo en la trampa de eludir la pregunta: ¿Por qué Israel rechaza el derecho al retorno?, y no si el derecho al retorno es factible.

Yo creo que, por supuesto, es posible y es factible. La paz es posible, la reconciliación es posible. Lo hemos visto en Sudáfrica. Lo que es muy difícil es convencer a la gente que tiene todos los recursos naturales en sus manos, todos los privilegios, toda la tierra, que tiene que redistribuir esos activos para que todos puedan vivir en una relativa paz con justicia.

NdR: Pinchando aquí puede acceder a la primera parte de esta entrevista.

NdR 2: Pinchando aquí puede acceder a la segunda parte de esta entrevista.

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