últimas noticias
Tribuna y debate
miércoles, 24 de abril de 2019

Wadi al Nasara, el milenario corazón latiente de Siria

Por Pablo Sapag M.

Un encuentro entre el pasado y el presente en el milenario y estratégico Valle de los Cristianos de Siria.

Marmarita, Siria - Lo entendieron los cruzados europeos nada más llegar desde Trípoli. Para lograr su objetivo de conquistar toda Siria en nombre del catolicismo apostólico y romano, había que someter como fuese a un singular valle. Auténtico cruce de caminos entre el norte y el sur de Siria; entre el desierto y la costa; entre la montaña libanesa y la fértil planicie regada por el Orontes.

Ahí ha estado siempre el Wadi al Nasara, el Valle de los Cristianos. De los cristianos primigenios, los de Oriente. Los que hasta hoy y desde el respeto y a veces la colaboración, no se han plegado nunca a los designios de Roma, manteniendo sus iglesias, su clero, sus ritos y el árabe o el siriaco-arameo como lenguas de culto. La situación geográfica del Valle refleja el papel central que el cristianismo ha tenido y tiene en la construcción de la poderosa y sofisticada identidad siria.

Ni por las buenas, ni por las malas, lograron los cruzados su objetivo. Por las malas, levantando en el antiguo emplazamiento de una fortaleza primero egipcio-faraónica y luego kurda, el Qalat al Hosn, también llamado el Crac de los Caballeros. Entre el año 1142 y el 1271 perteneció a la orden franca de los Caballeros Hospitalarios, también conocida como de San Juan o de Malta. En posesión del más imponente castillo medieval que hay en el mundo y situado a 650 metros de altura, los 2000 invasores que llegó a albergar dominaban el Valle de los Cristianos pero también otras muchas zonas vitales para la comunicación entre los sirios, a los que los francos presionaban religiosa y tributariamente.

Se buscaba su sumisión a Roma y una insaciable recaudación de tributos con los que pagar sus campañas militares en Bilad al Sham, la Gran Siria histórica. También para financiar lo que luego derivaría en el Renacimiento europeo y la imperial hegemonía occidental, después. Para ello organizaban sus razias en unos caballos que gozaban de inmejorables condiciones en una fortaleza dotada de establos, pasadizos bien empedrados para que los equinos no resbalaran los días de lluvia, capilla, aposentos para los caballeros, hornos de pan, baños, reservas de agua, fosos y muros de protección, atalayas para los arqueros y plataformas para las catapultas cuya munición aún puede verse en ese recinto patrimonio de la humanidad protegido por la UNESCO y que necesita de cuatro horas de recorrido para conocerlo a cabalidad.

Todo ello presidido por el escudo de armas de Ricardo Corazón de León, para cuyas tropas el Crac de los Caballeros fue vital durante la Tercera Cruzada, con la que los europeos pretendieron sin éxito arrebatar Al Quds, Jerusalén, a Saladino.   

El valor estratégico del Valle y de la fortaleza que lo domina tampoco escapó a los grupos armados que en 2012 tomaron al asalto el Qalat al Hosn. Desde el llamado Ejército Sirio Libre a los yihadistas de la marca de Al Qaeda en Siria Jabhat al Nusra, pasando por la organización Jund al Sham, con yihadistas palestinos y libaneses en sus filas, o el grupo Ahrar al Sham. Todas esas organizaciones tomaron el Qalat el Hosn llegando también desde occidente, desde donde recibían tanto apoyo político, económico y logístico como el que se les brindaba desde el Golfo Pérsico.

Casi dos años estuvieron ahí y en el vecino pueblo de Hosn, el único del Valle con nutrida población musulmana sunní. Casi dos años tardó el Ejército Árabe Sirio y las milicias populares de voluntarios del Wadi, la Defensa Nacional y la del Partido Social Nacional Sirio (Qawmi Suri), para expulsar a los nuevos invasores.

Como en la época de las Cruzadas y tal como recoge en su ensayo histórico Las Cruzadas vistas por los árabes el libanés Amin Maalouf, los agresores practicaron ejecuciones, secuestros y saqueos pero al final los defensores del Valle los derrotaron. Calles, plazas y edificios de Marmarita, Al Hawash, Kfar y las otras localidades del Wadi recuerdan a los mártires caídos en su defensa.

Igualmente como en las Cruzadas, la necesidad de proteger de la amenaza yihadista los milenarios monasterios e iglesias del Wadi se convirtió en una motivación adicional. Desde muchos de esos templos, como desde el histórico Monasterio de Mar Giorgius (San Jorge) en Mishtaya, se divisa el Qalat al Hosn. Las estancias de los religiosos, sus iglesias antigua y nueva, los iconos, el patio y sus tierras de cultivo, todo en un complejo que en su emplazamiento actual empezó a levantarse entre los siglos IV y VI, ofrecieron perspectiva a los habitantes del Wadi ante el difícil momento que vivieron a partir de 2012.

Por algo el nombre del Monasterio va seguido del adjetivo de origen arameo al homeria, es decir, el poderoso, el invulnerable. Y es que el Monasterio ha resistido otras muchas invasiones convirtiéndose en un icono de la Siria multiconfesional, en la que cristianos y musulmanes veneran a Mar Giorgius. No en vano el Monasterio atesora un manuscrito rubricado por sus compañeros que recoge las palabras pronunciadas por el propio Profeta Muhammad a Mu’awiya bin Abu Sufyan en el cuarto año de le Hégira.

Entonces Muhammad ordenó la protección absoluta de los templos y bienes cristianos y se estableció para siempre que el islam no puede imponerse a ningún cristiano, que las mujeres cristianas no pueden ser obligadas a casarse con musulmanes ni se pueden construir mezquitas en tierras de propiedad de las iglesias cristianas de Oriente. Más adelante,  el segundo califa Omar bin al-Jattab eximió al Monasterio de San Jorge de pagar tributos, sabedor del simbolismo que en la región tiene ese lugar.

Derrotados los yihadistas en la batalla de Hosn de marzo de 2014, el Valle se apresuró a recobrar la normalidad. Al tiempo, acogía a sirios desplazados de otros lugares del país, por ejemplo, de Alepo o la vecina ciudad de Homs, donde los grupos armados tardaron más tiempo en ser desalojados.

Hoy la actividad bulle. Los turistas han vuelto al Qalat al Hosn, al Monasterio de San Jorge y a las muchas iglesias del Valle, como las de Santa María o San Elías en Hawash, o San Pantaleimón en Marmarita. La mayoría greco ortodoxas, como la población del Wadi, que cuenta también con universidades que atraen estudiantes de toda Siria, proyectos educativos en los que los hijos del Valle, residan allí de forma permanente o no, se han implicado a fondo, tanto como en la recuperación de la industria turística, en sus afamados festivales veraniegos y en la construcción de nuevas iglesias.

Como en tiempos de las Cruzadas, desprecian así los cantos de sirena de los occidentales, que con una mano han estado apoyando a los grupos armados mientras con la otra ofrecían visas a los cristianos sirios para que se fueran de su tierra milenaria y ancestral. En Siria, sin embargo, no ha pasado como en Iraq y las campanas de Oriente, ayrás al Mashreq, siguen repicando. Por algo siempre han marcado el pulso de Siria.

 

 

Nota: Pablo Sapag M. es profesor-investigador de la Universidad Complutense de Madrid y autor de “Siria en perspectiva” (Ediciones Complutense).

Noticias relacionadas

  • Basma Qaddour: “Células terroristas durmientes en Siria sirven a una agenda occidental”
    Basma Qaddour: “Células terroristas durmientes en Siria sirven a una agenda occidental”
  • El fuerte y largo brazo que empuña la espada
    El fuerte y largo brazo que empuña la espada
  • Entrevista a Pablo Sapag para el canal Al Ikhbariya | Damasco, abril 30, 2022
    Pablo Sapag: Entrevista en la TV siria
  • Un miembro de las fuerzas de seguridad del régimen israelí ataca a los fieles en la mezquita de la Cúpula de la Roca en el complejo de al-Aqsa de Jerusalén | Abril 15, 2022 (Foto: AFP)
    Cómo el sionismo está alimentando una guerra religiosa por la mezquita de al-Aqsa
  • A 40 años: Malvinas Argentinas
    A 40 años: Malvinas Argentinas
Ver más
Seguinos en

Editorial

Caretas al viento: avalando el genocidio y el infanticidio

Las aberrantes declaraciones públicas, por parte de un alto directivo de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), no pueden más que suscitar nuestra supina condena y enérgico repudio. Grave es que haya quienes lo piensen, más grave aún es el desparpajo de expresarlo públicamente.

Ver más
Fachada