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viernes, 22 de enero de 2016

Derecho de la mujer libanesa

Por Jodor Jalit

Durante una cena en honor a Salma Hayek, la actriz mexicana de ascendencia española y libanesa expresó su deseo  de “que se estudie el reconocimiento del derecho de la mujer libanesa a trasmitir su nacionalidad a sus hijos”.

Las palabras de Hayek dejaron al descubierto uno de los lados más oscuros de Líbano; “el país más democrático de Medio Oriente”, según su diáspora. Un título que se disputa con Israel y que el Índice Polity IV concedió a éste último. Líbano e Israel también comparten, además de frontera, el “derecho de sangre” como criterio jurídico para la transmisión de la nacionalidad—en el caso de Líbano es el padre quien puede conceder nacionalidad.

De acuerdo con el Índice de Desigualdad de Género elaborado por ONU, Líbano se ubicaba en el puesto 78 entre 155 países. Esto se debía principalmente a que la mujer libanesa ocupaba solo el 3,1% de las bancas parlamentarias y el 23,3% participaba de la fuerza laboral. Esos valores en comparación con el 6,2% y 43,8% de Kuwait, 17,5% y 46% de Emiratos Árabes Unidos, y 18,8% y 39,4% de Bahréin, respectivamente.

El pedido de la actriz es más que oportuno si tenemos en cuenta que el Parlamento libanés aprobó el pasado 12 de noviembre un proyecto de ley, que de acuerdo con declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores y Emigrados, Gebran Bassil, no contempla otorgar a la mujer libanesa el derecho a transmitir nacionalidad a hijos o esposo. Esto es más allá de que los hijos hayan nacido en territorio libanés.

A pesar de los límites impuestos a la mujer libanesa, el nuevo proyecto busca facilitar el acceso de la diáspora libanesa a la ciudadanía. En otras palabras, todos aquellos que puedan demostrar un vínculo ancestral hasta el cuarto grado en base al censo de 1921, o a la ley de naturalización de 1925, podrán acceder a la ciudadanía libanesa. Pero las mujeres libanesas continuarán sin poder transmitir su nacionalidad.

Además de Líbano, otros 26 países prohíben a la mujer transmitir su nacionalidad a los hijos o esposo. Entre los vecinos de Líbano se encuentran Jordania, Arabia Saudita, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahréin y Kuwait son los vecinos libaneses que completan la lista. Entonces, desde una perspectiva regional Líbano no es una excepción sino un ejemplo de la regla.

A esta altura vale la pena recordar las figuras presentadas más arriba y apuntar que los derechos de la mujer no se garantizan con el acceso a bancas parlamentarias y a la fuerza laboral. También podríamos hablar del acceso a la educación, la salud y la vivienda, como ejemplos parciales del acceso a los derechos que cualquier democracia otorga a sus ciudadanos.

No me queda otra cosa que hacer más que especular sobre los motivos que pueden encontrarse detrás de un proyecto de ley que enarbola al machismo. Tampoco puedo buscar explicaciones fuera del ámbito de la política, donde el sistema de partidos sirve de máscara para una estructura feudal y sectaria que permea todas las esferas de una sociedad tradicionalista.

Limitar la transmisión de la ciudadanía al padre por “derecho de sangre” permite camuflar el crecimiento demográfico libanés y continuar justificando el dominio cristiano-maronita del sistema político establecido por el Pacto Nacional de 1943. En otras palabras, sin mayoría poblacional la comunidad cristiana-maronita pierde el argumento fundamental para conducir los destinos del sistema político libanés.

Por otra parte, la comunidad cristiana-maronita no es mayoría desde por lo menos mediados de la década de 1980. Y el dato que lo confirma es la modificación en el criterio de distribución de los asientos parlamentarios incluido en el Acuerdo de Ta’if. Por otra parte, la actual—y futura—ley no otorga a los hijos de refugiados nacidos en territorio libanés obtener la ciudadanía y acelerar el cambio de la constitución demográfica del país.

Hayek demuestra mucho coraje al denunciar lo que está ocurriendo frente a una de las comunidades libanesas más importantes. Tal vez la comunidad que la empujo a realizar la película sobre el escrito libanés más famoso en el mundo tenga un precio. Quizás por eso recuerdo en este momento la frase de Gibran Khalil Gibran: “La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre”.

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