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Editorial
miércoles, 17 de septiembre de 2014

Plan rodeado de sospechas

Por Yaoudat Brahim

La decisión de Estados Unidos, acompañada por treinta países de occidente y del mundo árabe para combatir al llamado Estado Islámico está rodeada de sobradas sospechas tanto en su origen como en su verdadero alcance.

Desde el gravísimo antecedente de la invasión a Irak, basada en falsedades, se hizo cada vez más difícil creer en las intenciones de una potencia hegemónica que actúa en pos de conseguir sus intereses sin importarle los de otros, y mucho menos cuando se trata de países árabes que han estado a la deriva de la historia, para no decir fuera de la misma, durante el último siglo.

Hace un siglo, y mientras los países árabes estaban luchando junto al llamado mundo libre contra los turcos, este mismo mundo libre estaba planificando la división de los mismos, traicionando sus promesas, y certificando su desmembramiento a partir del acuerdo Sykes - Picot que derivó en tantas mutilaciones geográficas como también a la manipulación de sus sucesivos gobiernos.

Ahora, cien años después, parece que este mismo mundo libre y democrático está por dar a conocer un nuevo paso para acabar de sepultar definitivamente el destino de la región del oriente medio y convertir la cuna de la civilización en la tumba de la misma y de sus originarios hacedores.

La nueva guerra anunciada contra el llamado Estado Islámico está repleta de incertidumbres y temores como también de interrogantes acerca de cómo se llegó a este punto en el desarrollo de los acontecimientos políticos y sociales.No se debe olvidar en este sentido el elemento primario representado en el hecho de que los líderes de esta facción sediciosa del E.I. no son ni más ni menos que egresados de las cárceles que manejó Estados Unidos en Irak durante la ocupación posterior a la invasión. Sus seguidores fanatizados fueron creciendo en número engrosados por los marginados que el gobierno parcial impuesto por Occidente en Irak los excluyó deliberadamente del poder sin importarle el equilibrio social, político y confesional del país.

Esta misma facción, activa en Irak hace varios años, sin que se medie ninguna actitud para desactivarla, se trasladó hace tres años a Siria y obtuvo el firme apoyo de los mismos Estados Unidos y sus aliados tal como se ha publicado en varios medios internacionales donde se documentan las reuniones de sus líderes con senadores y enviados norteamericanos para coordinar el derrocamiento del gobierno en Siria.

Llama todavía más la atención el hecho que los Yihadistas del Estado Islámico han podido en poco tiempo extender sus dominios tanto en Irak como en Siria a vista de todo el mundo y posiblemente con la complicidad de algunos. Todavía sigue sin entenderse como pudieron los pocos miles de combatientes del Califato doblegar a más de 300 mil soldados iraquíes que huyeron ante el avance de dichas milicias sin ningún combate ni resistencia en la provincia de Nínawa y otras ciudades.

Tampoco es entendible el alcance de la nueva acción militar que prometen ser larga y no totalmente efectiva. Ya se está hablando de bombardeos sin invasión lo que supone que dichos bombardeos marcarán los límites tolerables de la extensión del Califato sin poner en peligro su existencia misma.Hemos alertado anteriormente en esta columna acerca del proyecto de fomentar y consolidar las fuerzas militares de los kurdos en el norte en vista a su independencia con la excusa de combatir al Estado Islámico.

Los anuncios de que la destrucción del Califato llevará tiempo indefinido acrecientan la probabilidad de poner a la región en los próximos meses ante nuevos hechos consumados entre ellos la división de facto de Irak y el surgimiento de estados del tipo confesional y étnico bajo el paraguas de futuras confederaciones. El mismo plan con algunas variantes se aplicaría en Siria a medida que el conflicto se vaya empeorando con el desplazamiento definitivo de la población y el debilitamiento de todas las partes.

La traza de los límites y las fronteras llevada a cabo hace un siglo atrás levantó muros similares al muro de Berlín entre los países de la región. Mas, a diferencia del muro de Berlín que cayó sobre quienes lo trazaron, los muros levantados en Medio Oriente están cayendo sobre sus habitantes y su destino.

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