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Editorial
viernes, 14 de mayo de 2021

Cuando la opresión es mundial y también mediática

Por Yaoudat Brahim

Como si el apartheid y su cotidiana opresión no fueran suficientes, también debemos ser testigos de una grosera campaña de desinformación por parte de los agentes mediáticos locales e internacionales que exhiben una evidente visión parcializada y se rasgan las vestiduras por defender el relato de la potencia ocupante de Palestina.

Cerrando una semana de violencia exacerbada, la situación de la Palestina ocupada se torna una vez más sumamente preocupante con un pueblo originario que sigue luchando por la liberación y sus legítimos derechos nacionales, mientras carga con más de siete décadas de abuso y opresión constante y cotidiana, tras la implantación del régimen ocupante de Israel en 1948, que conllevó a la expulsión de más del 70 por ciento de la población nativa palestina y la ilegal apropiación de un 78 por ciento de su territorio nacional.

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Este viernes se informa de más de un centenar de palestinos muertos (incluidos 28 niños) y más de 600 heridos en Gaza por las recientes agresiones, iniciadas el pasado lunes por el régimen de Netanyahu, con 160 aviones, decenas de tanques y bombardeos de artillería sobre instalaciones residenciales y viviendas en ciudades del norte y sur de la franja.

Como es de público conocimiento, las tristes estadísticas son el resultado de una seguidilla de acciones militares de la maquinaria bélica israelí tras una respuesta armada de la agrupación de resistencia Hamas, que gobierna en Gaza, la cual fue generada por los abusos previos cometidos por el régimen ocupante y sus planes de judaización de la ciudad de Jerusalén.

Dicha estrategia, denunciada hasta el hartazgo en forma cotidiana por el pueblo palestino, sus órganos oficiales y los activistas en todo el mundo, incluye no solo el desalojo forzoso y robo de viviendas y propiedades palestinas –en toda Cisjordania – sino, más grave aún, el agravio , irrupción y represión en lugares sagrados de la grey islámica palestina como el templo de al-Aqsa, entre otros, abriendo fuego sobre los orantes indefensos en un día viernes de rezo comunitario (7/5/2021) y dentro del sagrado mes de Ramadan, con un saldo de más de 300 heridos.

Más aun, los históricos abusos del régimen israelí y su plan de ocupación de Jerusalén no solo ofenden la religiosidad de la mayoría islámica palestina, sino que mediante el asedio económico , entre otros graves sucesos, también amenazan la vida cotidiana y pacífica de la minoría cristiana con toda su riqueza milenaria en congregaciones e iglesias orientales, presentes todas en la ciudad santa desde hace 2000 años.

No es un conflicto religioso, es político

Pero no debe entenderse esta grave problemática como un enfrentamiento religioso –como pretende disfrazarlo la derecha israelí– puesto que no lo es, sino que se trata claramente de una cuestión de carácter político, con un movimiento político terrorista desde su génesis como el sionismo internacional que está enquistado en la conducción del régimen ocupante de Palestina y que apunta a una limpieza étnica total contra el pueblo palestino mientras avanza diariamente en la ocupación de tierras, propiedades, aldeas, pueblos, barrios y ciudades.

A su vez y en forma paralela, otro tanto hace con la pretendida ilegal anexión del Golán sirio usurpado desde 1967, mientras a su vez también agrede impunemente y a discreción a Siria o al Líbano, pisoteando la legalidad y el derecho internacional sin la más mínima consecuencia y cubierto por un manto de impunidad garantizado por Washington y sus aliados de la OTAN.   

Hace más de un siglo (Sykes-Picot - 1916) que el sufrido pueblo del Levante ha tenido que vivir, –tras cuatro siglos de yugo otomano–, en el margen que le han permitido los nuevos esquemas imperiales y colonialistas, primero con la presencia colonial franco-británica y luego con los vaivenes de la guerra fría, pero especialmente desde el fin de la segunda guerra mundial, con el régimen de Israel artificialmente implantado en Palestina para sostener la agenda de sus aliados occidentales.   

Esta injusticia supina que es la madre de todos los conflictos de la región del Cercano Oriente, con sus consecuencias en sufrimiento, sangre y opresión, sucede todos los días en Palestina, pero los medios del mundo, incluyendo a los medios masivos argentinos, no parecen preocuparse en absoluto. Sin embargo, esta semana ante una respuesta y demostración de fuerza de la resistencia palestina, han estallado en un patético torneo para demostrar quién es el mejor empleado de los intereses locales del régimen de Israel.

Repulsiva cobertura

Como argentinos de bien, hemos asistido con verdadera repulsión a un constante desfile de auténticos “voceros cuasi oficiales” de una representación diplomática extranjera, que se presentan como “imparciales periodistas” y “hombres y mujeres de medios”.

Desde esta tribuna les recordamos la importancia de ser honestos a la hora de informar, y si acaso han decidido tomar partido por la ocupación israelí –a lo cual tiene todo el derecho– que se lo hagan saber a su audiencia y lo expresen abiertamente, para evitar tomar desprevenida e insultar la inteligencia de la opinión pública nacional, neófita en la temática.

Nos oponemos a sus falsarios artilugios tales como describir una situación de “guerra entre dos partes equiparables”, cuando en realidad se trata del apartheid y la opresión de una potencia militar y nuclear sobre un pueblo al que no dejan la posibilidad siquiera de conectarse en un territorio único, mientras en forma cotidiana le roban sus propiedades y su país, y si se quejan los encarcelan, torturan, reprimen y matan a sus mujeres, niños, ancianos y hombres, empujándolos a la respuesta violenta para después acusarlos de terroristas.

Desde aquí siempre hemos estado del lado de los oprimidos, y nos hemos sumado a las voces que exigen PAZ para Palestina, Siria, Líbano y la región de nuestros ancestros, así como hemos expresado nuestro rechazo a toda muerte de civiles inocentes. Pero entendemos que esa paz tan necesaria no puede llegar por otra vía que no sea la restauración de la JUSTICIA, para lo cual es condición sine qua non poner fin a la ocupación y el apartheid que forman parte del génesis y desarrollo diario del régimen de Tel Aviv usurpador de Palestina.

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