Masivos reconocimientos de países occidentales al Estado de Palestina exponen a la ocupación israelí
Una oleada reciente de reconocimientos formales de Palestina por parte de potencias occidentales refleja un quiebre diplomático en favor de la autodeterminación palestina, mientras la ocupación israelí enfrenta cada vez mayor aislamiento internacional.
Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal han reconocido oficialmente al Estado de Palestina, en gestos coordinados que se producen en medio de la brutal y genocida ofensiva israelí en Gaza, la expansión de los asentamientos en Cisjordania y crecientes llamados globales por un alto al fuego.
Los gobiernos anunciaron que este reconocimiento no es un mero simbolismo, sino un intento concreto de reactivar la solución de dos Estados como única vía posible para una paz justa y duradera, exigiendo además el fin de la ocupación y la liberación de los prisioneros tomados en Gaza tras los ataques del 7 de octubre de 2023.
Por su parte, el régimen de Israel reaccionó con dureza, calificando estos actos como “una recompensa al terrorismo” y anunciando posibles represalias, incluyendo la idea de anexar partes de la Cisjordania ocupada. El primer ministro Benjamin Netanyahu rechazó la idea de que exista un Estado palestino “al oeste del río Jordán”.
Desde el lado palestino, el presidente Mahmoud Abbas manifestó que el reconocimiento es una victoria diplomática que podría abrir paso al derecho internacional y reforzar la legitimidad del reclamo palestino sobre su Estado independiente. También recuerda que más de 140 países ya reconocen la soberanía palestina, a lo que se agrega peso político con este nuevo conjunto de actores occidentales.
La presión de los pueblos
En lo que varios observadores definen como nuevas manifestaciones de la hipocresía de ciertos países del occidente colectivo, el cambio de discurso de estos actores cuenta entre sus causas especialmente a: la indignación global por la crisis humanitaria en Gaza, la presión de la opinión pública interna en estos países, el deterioro de la credibilidad de gobiernos que históricamente han apoyado la ocupación sin exigir responsabilidades, y la urgencia de que la ocupación israelí no destruya irreversiblemente la posibilidad práctica de un Estado palestino contiguo.
Las reacciones internacionales varían: algunos gobiernos occidentales respaldan el reconocimiento con reservas condicionadas al comportamiento del liderazgo palestino, como reformas, elecciones libres y garantías de seguridad o desmilitarización parcial. Otros se inclinan hacia sanciones diplomáticas o económicas si Israel continúa los asentamientos o agrede sin límite.
El régimen ocupante, por su parte, busca aliados que desacrediten estos movimientos y mantiene un discurso de seguridad que justifica la ocupación ante lo que denomina“amenazas terroristas”.
La consecuencia más inmediata es que la ocupación israelí queda cada vez más expuesta: legalmente, al riesgo de acciones internacionales; diplomáticamente, aislada; políticamente, bajo presión interna y externa. Mientras tanto, para Palestina, estos reconocimientos refuerzan su posición en organismos internacionales, en la posibilidad de obtener mayor apoyo para reconstrucción institucional, asistencia humanitaria, y respaldo para sus justas demandas de soberanía.
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