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lunes, 19 de septiembre de 2016

Conociendo la Capital cultural del Mundo Árabe

Por Redacción Diario Sirio Libanés

La ciudad vieja de Saná (capital de Yemen), conserva intacta una singular arquitectura que transporta al antiguo reino de Saba y se traduce en una memoria de un reino del Medioevo.

ABC Viajar

La ciudad de Saná, aunque sea vista a través de la distancia, consigue algo que muy pocos lugares pueden: nos traslada 2.500 años atrás, a la época del Reino de Saba, y de las Mil y una noches.

La ciudad contó siempre con un enclave privilegiado, cercano al golfo de Adén, y en plena ruta de la seda y especias hacia Oriente. Y eso le dio relevancia. Tanta que la tradición llegó a otorgarle un origen bíblico, asegurando que Sem, uno de los tres hijos de Noé, la fundó tras el diluvio universal.

Quizá por ello terminaron por considerarla centro de peregrinación cuando se construyó una gran catedral apoyada desde Bizancio por el emperador Justiniano.

A lo largo y ancho de esta localidad de más de dos milenios han pasado persas, judíos, musulmanes y cristianos, entre otros. Pero los vaivenes de la época terminaron por declarar la capital oficialmente musulmana en el 628.

Un viaje al pasado

Lo que más evoca de la ciudad son sus calles, su arquitectura y sobre todo sus mercados. En el de Souq Al-Milh  se puede encontrar prácticamente cualquier cosa en el interior de sus más de 40 zocos, cada uno de ellos especializados en un producto.

Mientras el visitante realiza sus compras, con el simple hecho de alzar la vista podrá vislumbrar un completo “museo al aire libre”. La denominada “ciudad vieja”, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986 por la UNESCO, recalcando sus 106 mezquitas, 12 hammans y 6.500 casas, todas ellas construidas antes del siglo XI.

Sus estrechas y enrevesadas callejuelas, flanqueadas por unas construcciones de adobe de hasta siete u ocho pisos, conservan el mismo estilo arquitectónico milenario, en el que destacan unas fachadas especialmente trabajadas y decoradas con elementos como arcos, frisos, arabescos, o lacerías que incluyen motivos en los que no hay lugar para la repetición.

Las ventanas, con vidrieras de colores o alabastro, gran parte en forma de media luna, terminan por brindar a Saná una “personalidad” única.

Junto con el conjunto situado al aire libre, es recomendable la visita al Museo Nacional de Yemen, que alberga importantes obras procedentes de la época del Reino de Saba –al que perteneció todo el país-.

Por su parte, el Museo Militar, ubicado cerca de la Biblioteca Nacional, cuenta con piezas destinadas a la defensa procedentes de tiempos inmemoriales, sin olvidar las más modernas de la ocupación inglesa.

Junto a todo ello, el Palacio de Ghumdan, de la época de Saba en el siglo III, ha sobrevivido a los innumerables destrozos causados por los conflictos, y su reconstrucción ha permitido mantener intacta su esencia.

Se trata de un lugar que ha aparecido en múltiples leyendas y cuentos. Como entrada a esta parte de la ciudad, la puerta de Bab Al Yaman aguarda intacta el paso de un lado a otro de la muralla.

Retratada por el director italiano, Pier Paolo Pasolini en “Las Murallas de Saná”, en la que realizó un llamamiento a la conservación de la ciudad –el cineasta se comprometió y enamoró de ella-, la UNESCO finalmente en 2004 ha otorgado a la milenaria urbe el preciado título de “Capital cultural del mundo árabe”.

Una “Manhattan” del siglo II en pleno desierto

Se trata de la ciudad de Shibam. Esta metrópoli cuenta con 7.000 habitantes, en la que Pasolini rodó Las mil y una noches, está llena de rascacielos de adobe, en un páramo en el que no encontrará nada más a su alrededor.

El visitante podrá llegar a la conclusión de que Manhattan es en realidad la Shibam contemporánea y no al revés. Eso sí, sus callejuelas serán más tranquilas, silenciosas, y sin la opulencia que se puede observar en la gran urbe occidental.

Pero si algo puede atribuirse la ciudad yemení, es precisamente el honor de convertirse en el primer enclave con planificación urbana en vertical, la primera que cuenta con trazados de calles bien definidos, según ha recalcado la propia UNESCO.

Por ello, la incluyó como Patrimonio de la Humanidad en 1982. Los edificios actualmente conservados datan del siglo XVI, y constituyen todo un modo de resguardarse de las inclemencias meteorológicas propias de la zona. Un ejemplo de “embrión de ciudad”, tal y como se la conoce ahora.

Dos destinos que rebosan historia, belleza y arte.

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