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martes, 14 de octubre de 2025

Cuando la universidad se convierte en botín de guerra

Por Dr. Bassam Abu Abdullah

El incidente en la Facultad de Artes de la Universidad de Damasco, donde hombres armados irrumpieron y asaltaron la oficina del decano porque una estudiante de doctorado se negó a corregir su tesis, fue un impactante reflejo de una mentalidad que ha llegado a gobernar el comportamiento público en el país.

Fuente: Kawalees

El incidente en la Facultad de Artes de la Universidad de Damasco, donde hombres armados irrumpieron y asaltaron la oficina del decano porque una estudiante de doctorado se negó a corregir su tesis, no fue un incidente universitario aislado que pudiera desestimarse bajo el título de "errores individuales". Lo ocurrido fue una bofetada a la sociedad siria y un impactante reflejo de una mentalidad que ha llegado a gobernar el comportamiento público en el país: una mentalidad que ve las armas como un medio para resolver conflictos, la intimidación como una vía de prestigio y la universidad como un lugar de dominación en lugar de actividades intelectuales.

Primero, dejemos de repetir el mito de "liberar la tierra" con motocicletas y banderas negras. Lo que ocurrió el 8 de diciembre de 2024 no fue ni una liberación ni una victoria rotunda. Más bien, fue un acuerdo regional e internacional por excelencia: un proceso de traspaso de poderes en toda regla, en el que el papel de las partes regionales ya no se oculta, y el propio Sharaa reconoce los acuerdos alcanzados. Así que, basta de disparates. Ya no es posible engañar a la gente con la narrativa de una "liberación victoriosa". Se ha impuesto una autoridad de facto, que trata a Siria como botín de guerra capturado tras una invasión organizada, no como un Estado soberano con instituciones, con ciudadanos, no dhimmis, súbditos del califato.

En segundo lugar, el lema que se repite cada mañana —"Quien libera, decide"— no cayó del cielo. Más bien, surgió con el auge de las fuerzas salafistas y yihadistas y su dominio en los últimos meses, cuando las armas se convirtieron en un estándar de legitimidad y la "liberación" en un documento de dominio político y social. Así, surgió entre algunos la peligrosa ilusión de que podían decidir el destino de las universidades como habían decidido el destino de las ciudades, e imponerse en el mundo académico como lo habían hecho en el Estado.

En tercer lugar, es natural que el acoso escolar se propague en las universidades, dado que la autoridad de transición ha prohibido la crítica política y se ha rodeado de un aura religiosa que criminaliza la rendición de cuentas. Si criticar al gobernante no está permitido por ser un "califa", ¿cómo se puede permitir criticar a una estudiante de doctorado? Si criticar en política es blasfemia, criticar en el ámbito académico se convertirá en delito. Cuando una idea se considera blasfema, se santifica la ignorancia.

En cuarto lugar, lo que se dice de los "errores individuales" se ha convertido en una gran farsa nacional. ¿Son las masacres en la costa "errores individuales"? ¿Y las masacres de Sweida también? ¿El secuestro de niños? ¿El asesinato del maestro? ¿La confiscación de bienes ciudadanos? ¿La discriminación en los cargos públicos? ¿La creación de un ejército salafista-yihadista? ¿La protección de mercenarios extranjeros y su integración en las instituciones de la autoridad de transición? ¿La corrupción orquestada desde arriba? ¿El gobierno familiar? ¿Los servicios judiciales y de seguridad, que se han transformado en instituciones religiosas dirigidas al capricho del sheij? ¡Todo esto, según las autoridades, son "errores individuales"! ¿Qué absurdo es esto? ¿Qué burla a la inteligencia popular? Parece que el crimen se ha convertido en una forma de gobierno y que los "errores individuales" se han convertido en política de Estado.

En quinto lugar, lo irónico y triste es que el presentador de Al-Ikhbariya Al-Souriya le preguntó a un profesor universitario si el incidente debía abordarse "para no dañar la reputación del Estado". ¿Qué Estado? ¿Uno donde un decano universitario es atacado a punta de pistola? ¿O uno donde se necesitan hombres armados para corregir una tesis doctoral? Hablar de la reputación del Estado en un país donde sus instituciones están siendo violadas en directo es como un si un predicador se pusiera a hablar de castidad en un burdel.

Sexto, la esencia del desastre reside en que un ataque a la universidad es un ataque a la razón misma. Cuando el diálogo se sustituye por amenazas, el método por lealtad y el debate académico por servilismo político, la academia se convierte en una versión en miniatura de la mentalidad dominante en el poder y la sociedad. Así, creamos una generación que cree que la verdad se puede alcanzar con el puño, que la lealtad es más importante que la competencia y que la sumisión es el camino a la salvación.

Séptimo: Recordemos lo que dijeron los filósofos que forjaron la esencia del pensamiento humano:

Sócrates dijo: «La vida sin examen no vale la pena vivirla», Kant dijo: «La Ilustración es la liberación del hombre de sus limitaciones autoinfligidas», y John Stuart Mill dijo: «La libertad de opinión es condición para la existencia de la verdad». La autoridad que teme la crítica engendra una turba que venera consignas y derriba las puertas de las universidades bajo el lema «Quien libera decide», y que cree que poseer un arma significa poseer la verdad.

Un último consejo, y quizás el más importante: dejen de lado este disparate, esta arrogancia patológica, esta superioridad repugnante y este desprecio por quienes no están de acuerdo con ustedes. Dejen de engañarse justificando los desastres como «errores individuales». No están gobernando un país; lo están ahogando en su propio absurdo. Y vuestra caída, créanme, no será lenta ni gradual, sino una caída libre y rápida, porque quienes desprecian la razón caen de la cima de la pirámide sin darse cuenta.

Basta es basta.

 

 

 

► El Dr. Bassam Abu Abdullah es un escritor y analista político sirio, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Damasco.

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