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miércoles, 17 de diciembre de 2025

Turquía derrocó a Al Assad... ¿Acaso protegerá a Sharaa eternamente?

Por Hosni Mahli

Todos los que ahora gobiernan Damasco, desde los militares y los civiles hasta los servicios de inteligencia, han tenido y mantienen una relación con diversas partes turcas, desde los primeros días de su rebelión contra el régimen de Assad hasta su caída.

Fuente: Al Mayadeen

Tras las numerosas declaraciones proferidas por el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, y cuya veracidad fue confirmada por su homólogo de Siria, Asaad al-Shaibani, que demuestran el papel que desempeñó Ankara durante los pocos días y semanas que precedieron al derrocamiento del régimen de Al Assad en Damasco, resulta ahora evidente que Turquía, que aupó a Al-Golani al poder, lo protegerá por la eternidad para garantizar todos sus intereses, los cuales fueron definidos desde el primer día de su intervención en Siria con los albores de la Primavera Árabe.

El presidente turco Erdoğan, sus medios de comunicación afines y numerosos funcionarios de su gobierno disertaron a lo largo de los últimos años sobre el derecho histórico de Turquía sobre Siria, y en particular sobre su zona septentrional, dentro de lo que se denomina el mapa del Pacto Nacional de 1920, que considera el norte de Siria e Irak como parte de la geografía turca dentro de sus límites actuales.

Este pudo ser el motivo principal que impulsó a Ankara a brindar todo tipo de apoyo a las facciones armadas en Siria, incluida Al-Nusra a la que asistió para extender su control sobre la franja fronteriza siria con Turquía, con una longitud de 650-700 km y una profundidad que oscila entre 20 y 70 km, lo que abarca cerca del 10 por ciento de la superficie total de Siria.

Los medios de comunicación árabes e internacionales no recuerdan esta verdad mientras aluden de vez en cuando a los refuerzos de las fuerzas turcas en el norte de Siria, lo que no implica ningún desarrollo novedoso, máxime cuando el ejército turco está presente en todo el territorio sirio, y es este mismo el que se encarga de entrenar y armar al nuevo ejército sirio.

Turquía obró de esta manera fundamentalmente desde los inicios de la formación del denominado Ejército Sirio Libre en el verano de 2011, y luego de igual manera con el llamado Ejército Nacional Sirio en el verano de 2019, tras la unificación de todos los grupos de la oposición siria, con la excepción de Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) y los grupos afines a ella.

Estos, a su vez, cubrieron todas sus necesidades desde Turquía, no solo en equipamiento militar, sino también en electricidad, gas, petróleo, comunicaciones telefónicas y celulares, internet y todos los bienes de consumo, que ingresaron a través de los pasos fronterizos entre Turquía e Idlib, y que estuvieron bajo el control de Al-Nusra.

A pesar de las alusiones ocasionales a una “tensión” entre Ankara y Tel Aviv en Siria, la información periodística mencionó en más de una ocasión una coordinación directa o indirecta entre ambas partes durante los días, y quizás las primeras semanas, que precedieron al derrocamiento del régimen de Al Assad.

Dicha información aludió a una visita secreta realizada a Turquía por el ministro de Asuntos Estratégicos israelí, Dermer, con mediación estadounidense, para discutir los pormenores de la “coordinación conjunta” durante la operación de derrocamiento del régimen en Damasco, algo que el ministro Fidan mencionó en detalle en más de una ocasión.

Fidan declaró que “estuvieron en contacto con Moscú y Teherán para persuadirlos (o forzarlos) de la necesidad de abandonar el apoyo a Al Assad, y para prevenir cualquier tensión regional grave”, según las palabras del Ministro, quien se jactó de su habilidad para convencer a ambas partes.

Quizás por esta razón, el presidente Trump dijo, días después del derrocamiento del régimen, que “el presidente Erdoğan es inteligente, y envió a sus hombres y controló la Siria que los turcos soñaron durante dos mil años”, para añadir más tarde que, “a petición conjunta de Erdoğan y Netanyahu, decidió anular las sanciones impuestas a Siria y al Sharaa”, y Trump se reunió con él en Riad el 14 de mayo pasado “por recomendación de Erdoğan y Mohammed bin Salman”, según las palabras de Trump.

Erdoğan se enorgulleció de esta victoria en más de una ocasión durante los meses pasados, que Ankara aprovechó para consolidar su presencia militar, de inteligencia, económica, comercial, religiosa (sectaria), nacional, e incluso social y cultural en Siria.

Esto fue lo que Turquía edificó durante los años pasados al acoger en su territorio a más de cuatro millones de sirios y brindarles todos los servicios gratuitos, y lograr la turquificación de la zona que controla en el norte de Siria.

La lira turca se convirtió en la moneda con la que negocian los sirios, quienes aprendieron el idioma turco como resultado de sus interacciones diarias, y, lo que es más importante, a través de las series turcas que también invadieron las pantallas árabes.

Al mismo tiempo, es sabido por todos que la mayoría, si no la totalidad, de quienes gobiernan Damasco ahora, ya sean militares, civiles o de inteligencia, tuvieron y tienen una relación con las diversas partes turcas desde los primeros días de su rebelión contra el régimen de Al Assad hasta su caída.

Ankara deposita grandes esperanzas en estas relaciones, y desea que le ayuden a consolidar su papel en Siria, y a garantizar sus intereses actuales y futuros en ella, y en la región en general.

Esto exige la protección de sus “amigos” y garantizar su permanencia en el poder, sin preocuparse por las conversaciones mediáticas y de inteligencia sobre la relación de estos con Washington, Londres, Berlín, París, Riad, Abu Dabi, Doha y otros.

Ankara cree y está convencida de que sus amigos en Damasco no la abandonarán ni lo harán debido a sus intrincadas relaciones con ella e intereses comunes, siempre y cuando sea más afortunada que otros, primero debido a la frontera compartida (911 km), y segundo por la ausencia de políticas árabes conjuntas hacia Siria, cuyo destino Turquía sabe que será decidido por el presidente Trump.

Trump dijo en más de una ocasión que es un amigo íntimo del presidente Erdogan, al igual que de Netanyahu y su aliado húngaro Orbán, quien visita Turquía constantemente, la última vez el 8 de diciembre pasado, y porque es amigo del presidente Erdogan, al igual que Ilham Aliyev, aliado de Netanyahu.

En todos los casos, y ante la ausencia de un papel ruso efectivo en Siria, e incluso después de la visita de Sharaa a Moscú, que no oculta su preocupación por la posibilidad de cerrar sus bases allí, y a pesar de su acuerdo con Ankara y Al-Golani en vísperas del derrocamiento de Al Assad.

Todos saben bien que lo que importa a Ankara ahora es zanjar el expediente kurdo al este del Éufrates, pues considera que son una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

Ankara inició sus esfuerzos de reconciliación con su líder, Abdullah Öcalan, el 22 de octubre del año pasado, es decir, 45 días antes del derrocamiento del régimen de Al Assad, y porque tenía conocimiento previo del acontecimiento, que se logró gracias a la coordinación turco-estadounidense-israelí, que fue suficiente para impedir cualquier intervención directa de Moscú y Teherán para frustrar este plan.

La historia revelará muchos de sus secretos durante las próximas semanas y meses, incluido el precio que obtuvo Moscú después de dar luz verde para el derrocamiento de su aliado estratégico Bashar Al Assad, y a pesar de su mala experiencia con Occidente, que derrocó a su otro aliado, el Coronel Kaddafi, y antes a Saddam Hussein.

Cualesquiera que fueran los secretos y misterios de la etapa que precedió al derrocamiento, todos los datos posteriores demostraron que Al Assad y su equipo de trabajo no estuvieron a la altura de los desafíos que vivió su país durante la denominada Primavera Árabe, y la totalidad de sus desarrollos demostró la ignorancia de los gobernantes de Damasco, quienes no comprendieron la magnitud de las conspiraciones que apuntaban a Siria y, a través de ella, a la región en general.

Se engañaron a sí mismos, con o sin conocimiento, al igual que engañaron a sus aliados, y juntos pagaron un precio muy alto, porque el enemigo, cualquiera que fuese su nombre y sus atributos, fue muy inteligente, no solo en sus planes y proyectos que preparó desde hace tiempo, sino también en sus capacidades para comprar la lealtad y las conciencias de muchos en Siria y otros lugares, sin que nadie allí aprendiera nada de las lecciones de la historia cercana y lejana.

 

 

► Hosni Mahli es investigador de relaciones internacionales y especialista en asuntos turcos.

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