De refugiado a Nobel: la historia de Omar Yaghi y el poder igualador de la ciencia
La trayectoria de Omar Yaghi, científico palestino y Premio Nobel de Química 2025, trasciende el mérito individual para convertirse en un símbolo de resistencia intelectual y dignidad humana frente al despojo y el exilio. Su historia, nacida en el seno de una familia refugiada y coronada con el máximo reconocimiento científico, reivindica el poder transformador del conocimiento como herramienta de emancipación y justicia.
Nacido en 1965 en Jordania, hijo de padres palestinos expulsados de su tierra por el régimen de ocupación israelí, Omar Yaghi conoció desde niño la precariedad y la escasez. En su hogar, compartido entre la familia y el ganado, el agua era un bien que debía recolectarse cada dos semanas. “Almacenábamos tanta agua como podíamos en esas cuatro horas, esa era el agua que usaríamos durante dos semanas”, recordaba recientemente. Aquel niño callado, obligado a ayudar a su familia para sobrevivir, encontró en un libro de química la semilla de su destino: unas figuras moleculares que no entendía pero que lo fascinaron para siempre.
Años después, tras emigrar a Estados Unidos siguiendo la insistencia de su padre, Yaghi estudió en una escuela pública mientras trabajaba limpiando pisos y empacando víveres. “La ciencia es la mayor fuerza igualadora del mundo”, declaró al conocer su galardón, subrayando que su éxito era también testimonio del poder educativo y del esfuerzo de los refugiados por reconstruir su destino a través del conocimiento.
Profesor en la Universidad de California en Berkeley, Yaghi es reconocido por haber desarrollado las “estructuras metalorgánicas” (MOF, por sus siglas en inglés), materiales porosos capaces de capturar dióxido de carbono, almacenar hidrógeno o recolectar agua del aire. Su trabajo, compartido con los científicos Susumu Kitagawa y Richard Robson, ha sido descrito por la Academia Sueca como una “nueva arquitectura molecular” con aplicaciones decisivas para el desarrollo sostenible y la lucha contra el cambio climático.
Quienes lo conocen destacan su humildad y su concepción horizontal del trabajo científico. “El estudiante y el profesor están en el mismo nivel”, afirma. Para él, la investigación es una forma de colaboración humana, donde la curiosidad vence al miedo y la crítica es motor de descubrimiento. Esa visión, nacida del respeto por el otro y la conciencia del origen, lo ha convertido en un referente para generaciones de jóvenes investigadores.
Yaghi no olvida sus raíces ni el peso histórico de su identidad palestina. “Me conmueve ver cómo mis padres refugiados dedicaron cada minuto de su tiempo a sus hijos y a su educación… eso requiere un compromiso increíble”, dijo al recibir la noticia del Nobel. Su testimonio reivindica la educación como derecho universal y como trinchera contra la marginación impuesta por la violencia colonial y el despojo.
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