Siria, un malentendido muy esclarecedor
Sangrientos sucesos sectarios en Sweida e injerencia israelí con bombardeos a Damasco incluidos, para aclarar lo que desde Washington Marco Rubio definió como un simple malentendido en el marco de una ya encarrilada incorporación de Siria en los infames acuerdos de Abraham. Como plus, cantonalización en puerta.
Desde las últimas semanas de 2024 no dejan de pasar cosas en Siria. Entonces se produjo el inopinado colapso del régimen estatal inspirado en el Programa Nacional Sirio de 1920, el mismo que con matices y gobernantes variados había regido desde la Independencia en 1946. Se basaba en la defensa de la soberanía nacional, el concepto de ciudadanía frente a cualquier distinción étnica o religiosa y, por lo mismo, en la estricta aconfesionalidad del Estado.
Destruidas las bases orientadoras, los símbolos y las instituciones del antiguo régimen estatal, las autoridades instaladas en Damasco intentan construir uno nuevo de inspiración islámica sunní. Por eso en la Declaración Constitucional unilateral de marzo de 2025 se establece que la sharía o ley islámica es la principal fuente del Derecho y la jurisprudencia. De ello y de la ideología que la inspira nacen decisiones administrativas y expresiones hasta hace poco ajenas a la cultura siria, como las de “mayoría” y “minorías” religiosas, supuestamente de monolítica vocación política. Un marco ideológico, simbólico y discursivo que por acción u omisión ha dado lugar a un sectarismo social prácticamente inédito en Siria. En algunos casos, ello ha derivado en masacres de murshidíes, alauíes, ismailíes, chiíes, cristianos y últimamente, drusos.
Aunque no solo ni mucho menos, la mayoría de los drusos viven en la sureña Gobernación de Sweida. Desde diciembre se venían resistiendo a que el lugar de las desaparecidas y extintas fuerzas del Ejército Árabe Sirio y la Policía Nacional fuera ocupado por las milicias sunníes dependientes del poder instalado en Damasco el 8 de diciembre de 2024.
Cada vez que esas unidades agrupadas bajo el paraguas formal del Ministerio de Defensa, pero por su origen con mandos operativos y protocolos de actuación propios, intentaban entrar en Sweida, los drusos se revolvían. El último intento se produjo después de que el 12 de julio un comerciante druso fuera secuestrado por grupos armados beduinos leales al nuevo poder damasceno. Ello desató enfrentamientos entre esas milicias y las propias de los drusos. De inmediato El Ministerio de Defensa mandó desplegarse en Sweida a esas variopintas milicias de origen yihadista y formadas por sirios y extranjeros. Como ya ocurrió en marzo en la costa, hubo masacres producto del sectarismo, el revanchismo, la indisciplina, el escaso profesionalismo o el desconocimiento del árabe y la cultura multiconfesional siria. De paso, encarnizados combates con las milicias drusas. Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, se registran cientos de muertos.
En ese contexto, y como aviso, Israel decidió atacar un par de tanques de los desplegados en Sweida por el nuevo régimen estatal en construcción, conminando a las fuerzas del Ministerio de Defensa a retirarse de la Gobernación. Cabe recordar que el mismo 8 de diciembre el primer ministro sionista Benjamín Netanyahu dejó claro que la caída del antiguo régimen estatal sirio suponía uno de los días más felices de la historia de Israel, añadiendo que a partir de ese momento Damasco no volvería a ser jamás un problema para la entidad sionista, que instalada en la Siria del Sur (Palestina) ganaba una enorme profundidad estratégica. Todo ello mientras por primera vez desde 1967 ocupaba otros 600 kilómetros cuadrados de territorio sirio y advertía que no permitiría que las fuerzas del nuevo régimen en construcción se acercaran a la frontera, cosa que no se atrevió a prohibir y menos a impedir a las anteriores. Israel, que tiene población drusa más o menos leal a la entidad sionista, también dio a entender que, dado el sectarismo reinante, la mejor solución para Siria era la cantonalización. Nada nuevo porque desde su creación y dado su origen, Israel ha buscado desesperadamente dejar de ser el único estado confesional de la zona.
Pero los representantes del nuevo régimen en construcción no entendieron el mensaje de los tanques y dejaron a sus milicias aliadas en Sweida. No es de extrañar la confusión, porque en estos meses decenas de miles de funcionarios de carrera estatales han sido despedidos por razones sectarias u otras. Entre ellos los que eran capaces de descifrar un lenguaje sionista habitualmente explícito pero que, dadas las consecuencias que para la población tiene su brutal expresión, necesita ser interpretado con finura y sin dilación.
Decide entonces Israel hablar todavía más claro. A plena luz del día lanza unos cohetes en las inmediaciones del Palacio Presidencial y al edificio del Ministerio de Defensa, en la mismísima plaza de los Omeyas de Damasco. Si aún no ha cambiado de nombre, como los espacios públicos que hasta diciembre se llamaban Tishreen en homenaje a la victoria siria en la guerra de Octubre de 1973 contra Israel, de esa plaza sale la avenida Fayez Mansour. Se trata del homsi que en sus años de piloto sirio y hasta 1970 se impuso en quince combates aéreos a los cazas sionistas. Un poco más allá está la plaza de Yusef Al Azmeh, héroe sirio que el 24 de julio de 1920 entregó su vida en Maysaloun para frenar la invasión francesa.
Poco después de que alarmadas lo hicieran unas cancillerías europeas que antes de diciembre jamás decían nada cuando Israel bombardeaba Siria o había atentados terroristas en Damasco, habló el secretario de Estado de los EEUU. Pese a su origen cubano, a Marco Rubio le bastó una sola palabra para explicar con precisión todo lo que está ocurriendo en Sweida, en Damasco, en Siria y en el Medio Oriente: lo calificó de “malentendido”.
Para empezar, se refería a un equívoco asumido por las autoridades islamistas de Damasco. Pensaban que por llevar semanas negociando con Israel la entrega de dos tercios del Golán sirio ya ocupado y el arriendo del tercio restante, además del reconocimiento de la entidad sionista en el marco de los “acuerdos de Abraham”, podrían por fin meter las tropas en Sweida. Mal que mal esas conversaciones ya eran públicas y se habían desarrollado bajo la supervisión del enviado especial para Siria y Líbano, el multimillonario amigo del presidente Trump y que oficia también como embajador de EEUU en Ankara. Un Tom Barrack que, pese a ser originario de una de las localidades libanesas donde se produjeron las masacres sectarias instigadas o permitidas por los turcos en el siglo XIX, se declara “neo-otomano”, como Erdogan.
Ahí se acabó el malentendido. Asumiendo lo obvio, es decir, que entre Turquía e Israel EEUU siempre se decantará por el segundo, de madrugada y con semblante compungido, el presidente designado de Siria, entre otras, por las milicias que había enviado a Sweida, capitula y ordena su retirada. De paso, y para que no haya lugar a equívocos, explícita que la seguridad allí quedará en manos de las milicias locales, es decir, drusas.
Todo ello lo manifiesta Ahmed al Sharaa (Abu Mohammed al Golani) bajo el nuevo escudo estatal, que sustituye al que con pequeñas variantes regía desde 1946. El nuevo, igualmente impuesto, y casualidad o no de vaga inspiración germánica, admite entre sus muchas interpretaciones heráldicas las federales. Ello no escapa a los kurdos del noreste de Siria ni a los drusos, que ya han pedido controlar un paso fronterizo con Jordania, igual que los kurdos controlan otros con Iraq. No por nada el emblema va acompañado de las tres estrellas de una nueva-vieja bandera de reminiscencias cromáticas islámicas y diseñada por el británico Mark Sykes en 1916, antes de que en 1932 los franceses le añadieran las tres estrellas. Los astros representaban los seudo estados o cantones autónomos en que dividieron Siria, uno de ellos, en la costa. En la actualidad, y salvo malentendido, el tercero correspondería a la Siria pretendidamente sunní regida desde Damasco.
El águila germana o estadounidense que sustituye al antiguo halcón árabe tiene también una cola de cinco plumas que según se ha dicho, representan a cinco regiones geográficas: norte, sur, este, oeste y centro. A esas plumas se agarran también ya en la costa siria y en zonas occidentales de las provincias de Homs y Hama, donde por demografía la ideología de las autoridades islamistas pro turcas instaladas en Damasco causa tanta preocupación como a los drusos o los kurdos.
Tres, cuatro o cinco zonas bajo un régimen estatal federal o confederal, como inequívocamente proyectan los símbolos del nuevo régimen estatal en construcción. Salvo que como la pretendida “revolución” alimentada desde fuera, el cambio de régimen que algunos ingenuos entendieron solo como de gobierno o el diseño del nuevo Oriente Medio al servicio de Israel, todo sea otro malentendido. No parece.
► Pablo Sapag M. es investigador y Profesor Titular de Historia de la Propaganda, de la Universidad Complutense de Madrid. Es colaborador del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile y académico en distintas casas de estudios de Chile, Reino Unido y Grecia. Es autor de “Siria en perspectiva” (Ediciones Complutense).
Noticias relacionadas
-
Fearab Argentina emite comunicado sobre las agresiones israelíes en el Levante
-
El Club Sirio Libanés se expide sobre las agresiones israelíes a Siria y Palestina
-
La flexibilidad de Hezbollah sin respuesta mientras el fantasma de la "vuelta a la guerra" asoma la cabeza
-
La guerra indirecta de Israel y EEUU para un cambio de régimen en Irán