Salida masiva y oscura de palestinos de Gaza hacia Sudáfrica

Cientos de palestinos provenientes de Gaza arribaron en las últimas semanas a Sudáfrica a bordo de al menos dos vuelos chárter organizados por una entidad denominada Al-Majd Europe, un grupo de escasa visibilidad pública y sin antecedentes claros en el ámbito de la ayuda humanitaria internacional. Las autoridades sudafricanas reconocieron que desconocían los detalles centrales de la operación: cómo fueron seleccionadas las personas, quién financió los traslados, bajo qué acuerdos se concretaron las salidas y cuál fue el rol exacto del régimen de ocupación israelí en el proceso.

Los testimonios de quienes lograron salir describen un mecanismo basado en pagos anticipados de miles de dólares por persona, en muchos casos exigidos a través de criptomonedas, y una logística marcada por el secretismo, el miedo y la desinformación.

Ahmed Shehada, médico palestino de 37 años que trabajó durante una década para una agencia de Naciones Unidas, relató que fue contactado por teléfono por un supuesto representante humanitario que le ofreció sacar a su familia de Gaza a cambio de 1600 dólares por integrante. Inicialmente creyó que se trataba de una estafa, pero al confirmar que conocidos habían logrado salir por la misma vía, aceptó el riesgo. “La situación en Gaza es tan terrible que uno acepta cualquier posibilidad de escapar”, afirmó.

El recorrido incluyó traslados nocturnos en autobuses, con las ventanillas cubiertas y la orden expresa de no utilizar teléfonos móviles, cruces por zonas bajo control militar israelí y múltiples controles de seguridad. A los pasajeros se les indicó que declararan, en caso de ser interrogados, que formaban parte de una evacuación diplomática extranjera. En el paso de Kerem Shalom fueron obligados a abandonar la mayoría de sus pertenencias y a atravesar controles a pie antes de ser trasladados al aeropuerto de Ramon, desde donde partieron en vuelos chárter sin conocer su destino final hasta bien entrada la travesía aérea.

El gobierno sudafricano calificó la situación como “sospechosa” y expresó su preocupación por el trasfondo político de estas salidas. El canciller Ronald Lamola sostuvo que existen indicios de “una agenda clara para vaciar Gaza y Cisjordania de palestinos”, señalando directamente al régimen de ocupación israelí como principal responsable. El presidente Cyril Ramaphosa fue aún más explícito al afirmar que “parece que estas personas están siendo expulsadas”, y remarcó que Sudáfrica tiene la obligación moral y política de recibirlas, dado su histórico respaldo a la causa palestina frente a la ocupación, el apartheid y la violación sistemática de la soberanía palestina.

El ejército israelí admitió que los vuelos contaron con la aprobación de un “tercer país”, cuyo nombre se negó a revelar, una afirmación que profundizó las sospechas sobre acuerdos internacionales encubiertos destinados a facilitar el desplazamiento permanente de población palestina fuera de su tierra. Para organizaciones de derechos humanos, este tipo de operaciones constituye una forma indirecta de limpieza demográfica, aprovechando el colapso humanitario provocado por los bombardeos, el asedio total y la destrucción deliberada de infraestructura civil en Gaza.

La llegada del segundo vuelo generó además fuertes críticas internas en Sudáfrica, cuando 153 palestinos fueron obligados a permanecer más de diez horas a bordo del avión mientras se resolvía su estatus migratorio. Activistas y organizaciones solidarias denunciaron un trato burocrático y deshumanizado que ignoró el hecho de que se trataba de sobrevivientes de una catástrofe humanitaria sin precedentes. Finalmente, se les concedió una exención de visado de 90 días, mientras organizaciones locales debieron hacerse cargo del alojamiento y la asistencia básica, ante el incumplimiento de las promesas realizadas por Al-Majd Europe.

La propia organización emitió luego un comunicado ambiguo asegurando que continuaba operando con normalidad y advirtiendo sobre supuestas estafas que utilizaban su nombre, aunque evitó responder preguntas clave y no atendió llamados ni mensajes de periodistas y autoridades. Para muchos de los recién llegados, la incertidumbre continúa: carecen de un estatus migratorio estable, de recursos económicos y de garantías sobre su futuro, mientras Gaza sigue siendo devastada y su retorno resulta, por ahora, imposible.