77 años de Nakba: la catástrofe continua del pueblo palestino
El 15 de mayo se conmemoran 77 años de la Nakba, la catástrofe de 1948 que marcó el inicio de la limpieza étnica sistemática contra el pueblo palestino. Este hito no solo representa una tragedia histórica, sino que permanece como una herida abierta que se profundiza día a día bajo la ocupación israelí, el desplazamiento forzado, las masacres continuas y la impunidad internacional.
La Nakba, término árabe que significa "catástrofe", refiere a la expulsión forzada de más de 750.000 palestinos entre 1947 y 1949, tras la partición británica en el establecimiento de un "hogar nacional judío" sobre territorio palestino. El detonante fue la Declaración Balfour de 1917, mediante la cual el gobierno británico prometió a los sionistas un país que no les pertenecía, ignorando deliberadamente los derechos políticos y nacionales de la población autóctona.
La Resolución 181 de la ONU en noviembre de 1947, que propuso la partición de Palestina en dos Estados, fue rechazada por el mundo árabe por su carácter injusto y su contradicción con la propia Carta de Naciones Unidas. Mientras tanto, las milicias sionistas intensificaron los ataques contra aldeas palestinas, iniciando una ofensiva de limpieza étnica incluso antes de la retirada británica y la proclamación del Estado de Israel en mayo de 1948. Como resultado, más del 75% de la población palestina fue desplazada y unas 530 localidades fueron destruidas.
Las masacres cometidas por las fuerzas sionistas entre 1947 y 1949 fueron parte integral del Plan Dalet, estrategia militar diseñada para vaciar Palestina de su población nativa. El caso más emblemático fue Deir Yassin, donde al menos 107 personas fueron asesinadas pese a haber pactado la no agresión. Otras masacres como las de Tantura, Beit Daras y Dawayma completaron este ciclo de violencia fundacional del régimen de ocupación israelí.
La Nakba no concluyó en 1948. En 1967, durante la Naksa, más de 300.000 palestinos fueron desplazados tras la ocupación militar de Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza. Desde entonces, el proyecto colonial israelí no ha cesado: asentamientos ilegales, confiscación de tierras, demoliciones de viviendas y desplazamientos forzosos se han convertido en parte del aparato estatal del apartheid.
El 7 de octubre de 2023, la resistencia palestina lanzó la Operación Inundación de Al-Aqsa, una acción sin precedentes que rompió el cerco sobre Gaza. La respuesta israelí fue una campaña militar genocida que hasta la fecha ha dejado más de 52.000 muertos, 118.000 heridos y 14.000 desaparecidos. Masacres como las de la harina, en las que el ejército israelí disparó contra civiles que buscaban alimentos, revelan el carácter sistemático de la violencia.
En Cisjordania, la ocupación sigue avanzando con nuevas operaciones militares, como la denominada Muro de Hierro, que desde enero de 2025 ha desplazado a más de 40.000 personas y causado la muerte de decenas de civiles. Mientras tanto, más de 700.000 colonos israelíes residen ilegalmente en tierras palestinas.
La Corte Internacional de Justicia ha dictaminado en 2024 que la presencia israelí en territorios ocupados es ilegal, y ha exigido el cese inmediato de toda actividad colonizadora. Sin embargo, la impunidad persiste y las cifras de despojo se agravan. Más de cinco millones de refugiados palestinos viven en el exilio, mientras se les niega el derecho al retorno consagrado por la Resolución 194 de la ONU.
Setenta y siete años después, la Nakba no es un evento del pasado, sino una realidad presente que define la lucha del pueblo palestino por su dignidad, su tierra y su autodeterminación. La resistencia continua es la respuesta legítima ante una historia de colonialismo, apartheid y silencios cómplices de la comunidad internacional.
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