Puerto de Beirut: entre la reactivación económica, la memoria y la disputa por los silos de granos
Mientras las autoridades libanesas avanzan en el diseño del nuevo plan maestro para el puerto de Beirut, aún no hay una decisión concreta sobre el destino de los silos de granos destruidos parcialmente en la explosión de 2020. La indefinición refleja tanto las disputas sobre la gestión pública o privada del patrimonio nacional como la carga simbólica que el sitio representa para las familias de las víctimas.
La Autoridad del Puerto de Beirut propuso un modelo de asociación público-privada tipo “Construcción-Operación-Traspaso” (BOT, por sus siglas en inglés) para gestionar la descarga y almacenamiento de vehículos en el recinto portuario. Esta iniciativa forma parte de un plan maestro elaborado con asistencia técnica francesa y apunta a reactivar uno de los principales nodos comerciales del país, severamente dañado por la explosión que hace casi cinco años devastó la capital libanesa.
La propuesta contempla que una entidad privada construya y administre temporalmente las nuevas instalaciones, cediendo el control posteriormente al Estado. Según cifras oficiales, los ingresos del puerto alcanzaron los 150 millones de dólares en 2024, cifra que contrasta con los escasos cinco millones registrados tras la catástrofe de 2020.
Sin embargo, la reconstrucción de los emblemáticos silos de granos permanece en suspenso. Un terreno de 25.000 metros cuadrados ha sido reservado para ese fin, pero el Ministerio de Economía no ha definido si la obra será asumida por el sector público o el privado. El ministro Amer Bisat indicó que se espera un estudio de factibilidad que determine ubicación, dimensiones y costos del proyecto. Mientras tanto, la estructura actual continúa emitiendo gases tóxicos debido al trigo fermentado en su interior, lo que representa un riesgo ambiental y sanitario urgente.
El Ministerio de Medio Ambiente espera las conclusiones de una comisión técnica, mientras el Ministerio de Cultura mantiene contacto con los familiares de las víctimas, que defienden el valor simbólico de los silos como memoria viva de una tragedia cuyos motivos no han sido revelados pero que, en principio, estaría marcada por la negligencia estatal y la impunidad. La actual administración busca resolver lo que gobiernos anteriores no lograron, entre presiones por privatizar sectores clave y demandas sociales por preservar la memoria colectiva.
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