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Historias de vida
lunes, 06 de junio de 2016

Luis Fissore Naum, un joven talento argentino y árabe

Por Nabila Badur

Con la energía y simpatía que caracteriza a los paisanos, Luis Fissore Naum visitó a Diario Sirio Libanés para compartir su historia de vida y su presente como artista.

Actor, taurino, tano y árabe, criollo y cordobés. Así se define. Luis (35) es oriundo de la provincia de Córdoba y descendiente de sirios, por lo que se considera un gran apasionado de la cultura y la historia árabes. Es sobrino del reconocido paisano de la colectividad, Emilio Naum, dueño de McTaylor , victima de los secuestros y asesinatos realizados por el conocido “clan Puccio” en los ’80, a quien recuerda con mucho cariño. Hoy se desempeña como artista, que es su gran pasión. Trabajó en varias obras de teatro, hizo radio y participó en series de televisión. Pero también es abogado y Reiki Master Usi. El joven multifacético brindó una entrevista a DSL donde habló un poco de todo.

-Sos descendiente de sirios por lo que podríamos decir que llevas sangre árabe en tus venas. ¿Podrías compartir brevemente tu historia de vida?

-Con mucho gusto. Nací en Córdoba en 1981 y tengo una hermana menor que se llama Emilse con la que me crie y hoy es médica pediatra. Mi bisabuelo (abuelo de mi madre Susana Naum) nació en Trabulus, Siria (actualmente Líbano) y llegó al país en 1910 junto con mi bisabuela, quien hace poco, luego de rastrear el árbol genealógico nos enteramos que en realidad nació en Turquía. Ambos se casaron en Siria y luego viajaron hasta la Argentina y se instalaron en Buenos Aires donde tuvieron a sus tres primeros hijos, entre ellos mi abuelo Don Guillermo Naum a quien no llegué a conocer pero del cual me han contado muchas historias con las que me identifico mucho. Mi abuelo se instaló en Jesús María, provincia de Córdoba, donde se dedicó al comercio y era el personaje del pueblo. Tuvo un bazar y una parrilla-rancho que le permitió sostener a sus tres hijas, Alicia, Zulema y mi madre Susana. Todas lograron recibirse y hoy son profesionales.

Por parte de mi padre, Luis Horacio Fissore Mazzarella soy piamontés y siciliano por parte de mi abuela paterna, “la gringa”. Mi abuelo Don Constancio Fissore, se dedicó a la sastrería, oficio que aprendió casualmente de un paisano muy reconocido en Córdoba. Pasados los años, mi padre, junto con mi abuelo, abre una empresa a la que llamaron Confetex, una firma cuya marca era Marco Luigi. La empresa creció mucho y llegó a tener 50 empleados.

Si bien yo formo parte de la tercera generación de inmigrantes, me identifico mucho con la cultura y la historia de mis ancestros, de hecho ellos son los que me empujan a escribir cuando guiono un personaje, por ejemplo, o los que me inspiran  cuando doy clases de reiki. A ellos les pido asistencia, bendiciones y que me ayuden y me impulsen porque creo que nunca estamos solos. A mis ancestros no los conozco pero los siento.

-¿En qué momento decidís venir a vivir a Buenos Aires?

-Cuando yo tenía 17 años y estaba terminando el secuendario, mi padre se fue a vivir a Barcelona, España, tras el cierre de la fábrica. Un tiempo después se va mi madre y yo me quedé solo con mi hermana, lo cual fue un cambio muy brusco pero hoy puedo decir que nos hicimos grandes y fuertes de una manera linda. Luego de un tiempo yo también decidí irme a España donde estuve cinco años y medio viviendo entre Barcelona y Madrid, pero siempre iba y volvía a Córdoba. Hasta que hace ya tres años, un poco impulsado por mi experiencia de haber vivido en grandes ciudades como Madrid, decidí instalarme en Buenos Aires, ciudad preciosa con la que me identifico y me encanta porque es una gran metrópoli y además me sirve mucho para lo que hago, porque artísticamente, digamos, “se corta” acá.

-¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del arte?

-Empecé a los nueve años haciendo sátiras de William Shakespeare en la escuela de inglés a la que iba que se llamaba British School y a la que siempre le voy a estar agradecido. Allí, aprendíamos jugando, bailando y cantando con un grupo muy agradable de maestras y profesoras que nos guionaban. Hacíamos obras a las que nos iba a ver todo el barrio y eso ya era todo un evento para nosotros; te sentías en los Oscars desde chiquito (risas).Yo disfrutaba mucho hacer inglés en esa escuela, de hecho hoy leo y escribo en inglés. Por ejemplo, ahora estoy preparando un personaje para una obra que se llama “Casa de Muñecas” y leo mucho en inglés.

Llegada mi adolescencia hice un paréntesis con respecto a la actuación, porque me dedique de lleno al estudio. Hasta que un día me pasó algo muy loco. Estaba andando en bicicleta sobre la calle Rioja, allá en Córdoba, cuando me cruzo a Miguel Iriarte, que para mí fue y será el Almodóvar cordobés, y a partir de ahí mi vida cambió. Iriarte fue el dramaturgo más reconocido en Córdoba, llenaba las salas con cada una de sus obras. Y a partir de ese día se convirtió en mi padrino teatral. Le  dije que quería hacer teatro y le conté todas las obras que había hecho en la escuela.

Entonces, recuerdo que me hizo entrar a una peluquería de unas amigas de él para que salude a todas las peluqueras y ver cómo me desenvolvía. Al rato, y para mi sorpresa, me dice ‘te espero el sábado en casa’. Así que fui  decididamente y charlamos mucho sobre mi vida y a partir de ahí apostó y confió en mi carrera como artista y me dio la posibilidad para que empezara a trabajar con él.

Ese día terminé ensayando en una de sus obras que se llamaba “Cuatro por el aviso”, una comedia de enredos adaptada. Podría decir que ese fue mi gran salto hacia el mundo del arte. Después, también, con los chicos de mi facultad me inserté en el mundo del cine, haciendo cortometrajes, tarea que me gustó mucho porque la cámara realmente me atrapó.

-En España hiciste cine y participaste en series de televisión. ¿Qué te llevas de esa experiencia?

-Muchas cosas. Hice una serie que se llamó “Mis padres y Yo” que se transmitía en el Instituto de Radio y Televisión Española, papel que disfrute mucho. También hice cortos para las escuelas más importantes de cine de Barcelona y de Madrid, grabamos en la ciudad y también en la costa catalana. Fue una experiencia muy linda. Además en Barcelona incursioné en el mundo del tango, baile que me abrió un universo nuevo, me abrió el alma.

-¿Paralelamente continuabas tus estudios o los abandonaste?

-Mis padres muchas veces me dijeron que si no me gustaba estudiar lo dejara, pero yo insistí. Asique  en el 2007 me volví de España, me instalé en Córdoba y terminé la carrera de abogacía. En siete meses metí nueve finales y logré recibirme.

Hoy en día coordino y combino todas mis actividades porque no puedo vivir sólo del teatro en cooperativa, a no ser que forme parte de una marquesina grosa con grandes actores. Pero todo llega. Lo que puedo afirmar es que la abogacía me fue muy útil para la memorización de mis guiones.

En las mañanas me dedico a mi trabajo de abogado. Además trabajo en Palermo en una de las mejores parrillas, “Lo de Jesús” y también en un multiespacio contiguo que adquirieron coordinando la artística.

Después de haber dejado muchos trabajos que no me gustaban demasiado, hoy puedo decir que hago lo que me gusta. Me parece que uno elige mejor cuando tiene más claro los no, y eso está bueno.

-También hiciste radio…

-Sí, trabajé como corresponsal para radio Vorterix en Mar del Plata y lo disfruté mucho porque es una experiencia sensorial muy linda. En la radio dimensionas el poder que tiene la palabra, pues muchas veces no se necesita la mirada para conocer. Hay que cerrar los ojos y sentir, lo cual es un ejercicio fundamental para los artistas y yo lo aplico mucho. ‘Cierro los ojos para ver’, es una frase que me inspira mucho y la utilizo siempre.

-¿Qué es el arte para vos?

-Intención e intuición, igual que el reiki. Es algo que me nace del corazón. Dentro del arte, como actor uno es instrumento del director, como así el director, en un principio, es herramienta del guionista. Entonces  todos conformamos una cadena de lindos instrumentos para hacerlos sonar de una manera bella.

Lo difícil se torna fácil y lo fácil se torna bello, ese es el sentido del arte para mí. Ahora para preparar mi personaje me instruyo, leo, veo imágenes, estudio y así voy transformando aquello que primero parece difícil en algo más fácil.

-Contanos un poco del personaje que estas armando para tu próxima obra “Casa de Muñecas”.

-Voy a interpretar a Nails Krogstad que es el villano del clásico “Casa de Muñecas” de Henrik Ibsen. El personaje es un procurador muy egocéntrico, malo, que no quiere perder su status social a pesar de haberse equivocado. La historia es muy linda pero entre medio pasarán muchas cosas. La obra la dirige Marcelo Silguero y se estrenará en septiembre de este año en el Auditorio Losada de Av. Corrientes. Es un clásico que recorre todo el mundo que lo que tiene de particular es que va a haber música en vivo, nieve, vestuarios muy lindos y cuidados y muchas cosas para que el público se entretenga.

-¿Cuánto tiempo lleva armar un personaje?

-Es un trabajo que lleva todos los días. Uno le vienen imágenes, se escribe, se sigue estudiando pensando. Es todo un proceso. Yo disfruto mucho ese proceso de elaboración del personaje porque es algo muy propio, individualmente es un viaje hermoso en donde vas descubriendo e imaginando cosas. Además, uno como actor tiene que estudiar otras cosas como la situación social de la época en donde transcurre la historia, estudiar un poco acerca de los otros personajes y también del autor de la obra.

-Estas preparando una obra propia. ¿De qué se trata?

-Sí, se llama ‘Lo que dura un perro en Misa’ que la voy a estrenar en el Cafeconcert del Teatro el Cubo y es mi opera prima. Es una obra que hace cinco años que llevo preparando. Va a ser un espectáculo teatral gastronómico, en donde primero voy  a servir un tape español en la escena donde voy a hacer de una enfermera y carnicera catalana que cuentan la historia de un ciego. En la escena siguiente se va a servir una picada árabe y voy a personificar una historia no lineal de un padre, abuelo y nieto árabes, donde se tocaran temas de abandono y de falta de humanidad.

Me moviliza mucho todo lo que está pasando en Medio Oriente y eso me ayudó a escribir este guión. Luego cierro con un bufón italiano, en donde se servirá un postre italiano. Va estar muy bueno porque es una obra teatral gastronómica que no existe aquí en Buenos Aires. La obra es mía, la dirijo, la escribo y la actúo yo. Es una historia con la que me identifico mucho porque toca mis raíces y me parece una linda forma de comunicar la falta de humanidad que hay hoy en día. Como decía Facundo Cabral: “Si supieran lo bueno que es ser bueno, hasta los malos serian buenos por negocio”.

Es muy triste lo que sucede hoy en día y hablo particularmente de Medio Oriente porque es lo que me toca, donde considero que hay una falta de consideración total hacia la especie. No son ni maleficios, son corporaciones que tienen muy errado el eje y que no consideran que la destrucción sólo lleva a más destrucción. Por ningún lado se encuentran respuestas para lo que sucede. Yo creo que hay mucho miedo al amor.

-Siguiendo esta línea que planteas de falta de amor y de humanidad por parte de algunos que no se pueden considerar si quiera personas, en quienes solo prima la maldad, háblanos de tu tío, Emilio “Milo” Naum, quien fue víctima del clan Puccio, cuyos casos de secuestros extorsivos sacudieron a la sociedad argentina. ¿Cómo lo recordas y cuál es tu punto de vista del hecho?

-Lo repudio totalmente, no me dan ni lastima ni pena. Son almas oscuras que lamentablemente tienen un pasar y se permiten condicionar por situaciones particulares de la economía o de la situación política. Están quienes dicen que los asesinos son gente con mirada sórdida, son calaveras que les da todo igual.

Yo era muy chico cuando sucedió lo de mi tío, pero recuerdo un telegrama que le mandó a mi madre en donde la felicitaba y la bendecía por mi nacimiento. Fue una gran pena que esta familia se haya cobrado la vida de mi tío de la forma en que lo hicieron, a sangre fría. Ni siquiera llegaron a secuestrarlo, porque fue muy inteligente e intentó eludir a sus asesinos y escapar pero lo mataron al instante.

Su madre, mi tía abuela Maggie, decía que lo lloraba todos los días de su vida, porque la pérdida de un hijo es algo inexplicable que ni siquiera tiene un nombre en el diccionario. Como todo Naum y todo paisano, mi tío Milo era un tipo muy divertido, alegre, era un empresario muy reconocido y querido que llegó a posicionar una marca a la altura de Yves Saint Laurent o Dior, como lo fue Mc Taylor. Lo que hoy puedo decir es que de él nos quedó su alma, su espíritu que nos protegerá siempre a todos; no está terrenalmente pero esta entre nosotros espiritualmente.

-El año pasado se estrenó “El Clan” que narra precisamente aquella historia. ¿Tuviste oportunidad de verla? Con tu ojo crítico de actor, ¿qué opinas del film?

-La vi pero no me gustó demasiado, aunque lo respeto mucho a Guillermo Francella como actor. Para mí estuvo mejor interpretada y mejor lograda la serie de Ortega, “Historia de un Clan”, protagonizada por Alejandro Awada. Me gustó más como trataron las escenas, la ambientación, los personajes y particularmente me gustó más el tratamiento que le dieron al secuestro de mi tío Milo. De hecho me hubiese gustado participar de la tira, pero bueno no era el momento, ya lo será.

-¿Qué sentiste cuando viste la película?

-Ver y saber que lo representado forma parte de mi apellido es fuerte. Se me puso la piel de gallina, porque soy una personal súper sensible. La verdad que verlo no estuvo nada lindo, por ejemplo, mi mamá y mi tía no la quisieron ver, no quieren recordar ese hecho. A veces rebobinar las cosas no está bueno, está bien tener en claro qué es lo que nos hace mal y soltarlo. Yo creo que el arte y el reiki también en mi caso son lindas formas de comunicar lo que nos hace bien.

-¿Cómo entra el reiki en tu vida?

-Es un lindo camino que he elegido a partir de una enfermedad que le sucedió a mi madre. Le diagnosticaron cáncer de mama cuando estaba en Barcelona y en siete meses le desapareció, a partir de un trabajo fuerte de reiki, de alimentación y de un gran tratamiento oncológico que hizo. Ella asistía todos los martes a lo que se conoce como ‘ruedas de energía’ allá en Barcelona, donde asisten a gente con distintos problemas de salud. Además los lindos pensamientos y las buenas compañías ayudaron a sanarla, y es lo que recomiendo yo como reikista también, porque es el pensamiento el que comanda la emoción. Pero básicamente ese hecho me impulsó a dedicarme profesionalmente al reiki y hoy hasta doy seminarios iniciando a nuevos reikistas.

-Para cerrar, ¿cuál es tu mayor deseo?

-El mayor sueño sería hacer una película con Julio Medem, director vasco y psiquiatra con gran sensibilidad femenina que me inspira mucho y es un iluminado para mí. Además seguir trabajando y tener salud y mucho amor para dar y recibir. Me gustaría trabajar en la televisión y volver a la radio porque fue algo que disfruté mucho. Como siempre digo, ‘Salta y la red aparecerá’. 

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