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viernes, 06 de mayo de 2016

Karim Faiad, un artista en todos los sentidos

Por Nabila Badur

El actual profesor de danzas árabes del CSLBA habló con DSL en una amena charla donde compartió su historia de vida. 

Son las 15.30 y Karim entra a la redacción con una sonrisa. Acomoda sus cosas, se prepara un café y tras unos minutos de charla se dispone a dar la entrevista. El grabador se prende y ya está todo listo, sólo queda charlar. 

-Para empezar contanos un poco tu historia de vida, ¿quién es Karim?

Nací el 26 de abril de 1984 en Junín, provincia de Buenos Aires. Mis padres son Mario Elías Faiad, hijo de madre y padre sirio y mi madre, María Elena Juan, oriunda de Córdoba, nieta de sirios. Viví hasta los 10 años en Junín junto a mis padres y mi hermano menor, Emir. Allí, tuve una infancia muy linda, típica de pueblo donde uno puede ejecutar todas las actividades que se necesitan de niño: jugar, salir, andar en bicicleta, disfrutar de esas siestas interminables.

En Junín, pasábamos muchas horas con mi tío, Julio Faiad , que fue, sin dudas, una figura muy importante en lo que se refiere a mi carrera como artista. Si tengo que decir cuándo y cómo empezó mi amor por la cultura árabe, él es una pieza fundamental en esa historia, porque ya desde chicos, nos enseñaba a mi hermano y a mí las canciones árabes tradicionales, y todo lo que respecta a esa cultura, entonces lo fuimos interiorizando, y así nuestra infancia estuvo muy relacionada con la cultura sirio libanesa.

Con mi hermano cantábamos y tocábamos el durbake. En ese entonces también, yo estaba desarrollando mis primeros pasos en el violín. Siempre me sentí atraído por la música, que en parte fue inculcada por mis padres y también por mi abuelo paterno, gran músico violinista que tocaba tango árabe y es el  día de hoy que sigo conservando el violín de mi abuelo. Por su parte, mi padre tocaba con el violín las canciones de mi abuelo y luego el me las enseñaba a mí; yo herede todo eso lo que me orientó a empezar con la música.

Siempre la  cultura árabe estuvo muy arraigada en mi familia. Mi tío Julio, por ejemplo, cumplió 30 años de su programa radial “Historia y Cultura de los Pueblos Árabes” que se emite por LT20 Radio Junín. Siempre estuve relacionado con la colectividad árabe, quizás sin saber bien lo que estaba haciendo y sin saber el impacto que podría llegar a provocarme todo eso con el correr del tiempo.

A los 11 años me traslade con mi familia a Córdoba, donde comenzó otra etapa nueva para mí. Una etapa donde tuve que hacerme de nuevos amigos, donde había perdido un poco ese vínculo con la colectividad, pero continúe con la música, con el violín y llegué a tocar en varios lugares como en Radio Nacional, en el Teatro San Martín y otros. Paralelamente, mi actividad deportiva me seguía y a los 14 años me empecé a dedicar  al tenis de lleno, que era lo que venía haciendo. Mientras, como hobby, tocaba el violín. Pero en ese tocar de hobby volví a recordar esas canciones que tocaba de niño y seguí practicándolas.

Hasta que a los 14 años, mi madre, muy vinculada con la colectividad sirio libanesa de Córdoba por el pasado de mi abuelo materno, Julio Juan, que llegó a ser vicepresidente, me impulsó a bailar árabe en aquella institución. En aquel entonces la Sociedad Sirio Libanesa de Córdoba tenía el grupo de ballet dirigido por, Omar Ayub, al que decidí unirme. Ahí se despertó una revolución interna en mí porque fue un amor a primera vista con el mundo del arte.

-¿Qué hacías en el ballet?

Bailaba. Me llamó mucho la atención lo que se bailaba, porque si bien de chico siempre intenté bailar, no era un área fuerte de mi familia. Pero en esa ocasión el baile me atrapó como nunca antes, así que empecé con las clases y nunca más dejé. Iba a las clases, terminaba, volvía a mi casa y le decía a mi madre que quería practicar lo que había aprendido en el día y la ponía frente al espejo a bailar conmigo (risas).

Creo que el baile despertó parte de mi genética, me abrió un mundo totalmente nuevo. Entonces empecé a vincularme cada vez más con todo ese mundo, empecé a bailar.

-¿Las actuaciones en que consistían y dónde las realizaban?

Eran fiestas de la Iglesia San Jorge de Córdoba, fiestas de las colectividades y actuábamos también en la Fiesta de Alta Gracia que era muy importante en la provincia. Así empecé a viajar por todo el país haciendo lo que realmente me gustaba.

Pero atrás de eso había muchos prejuicios por parte de la gente por el sólo hecho de bailar árabe, por lo que no fue una etapa fácil.Pero con el correr de los años eso fue cambiando y llegamos a tener un impacto muy fuerte en Córdoba, lo que reafirmó parte de la importancia de la colectividad sirio libanesa en aquella provincia. Empezamos a ser un símbolo, a mostrarnos de una manera diferente.

-No es menor lo que decís acerca del prejuicio que usualmente ronda frente a la cultura árabe, ¿A qué crees que se debe?

La gente está confundida. Ya con el simple hecho de llamarnos “turcos” se manifiesta la confusión. Pero también nosotros permitimos que se confunda y creo que es ahí cuando hay que hacer un stop y explicar un  poco la diferencia que hay entre turco, sirio, libanés, aunque en realidad entre sirios y libaneses no tendría que haber diferencias. Pero considero que es importante tomarse el tiempo de explicar bien todo.

-Siguiendo con tu faceta artística, formas parte del Ballet de Danzas Folklóricas Árabes, “Ikram”. Contanos un poco cómo fue ese iniciativa.

Seguí en el ballet de la Sociedad Sirio Libanesa de Córdoba hasta el 2004 cuando hubo un cambio que marcó mi vida artística rotundamente. Ese año mis amigos (Pablo Jarma, María Cecilia Abuh, Yamil Mustafá, Andrea Chammé) y yo decidimos formar lo que actualmente es el ballet Ikram.

Lo formamos motivados por algo diferente; pensábamos que el baile debía expresarse en otro sentido y lo llevamos a otro nivel, le aumentamos la complejidad a las coreografías, le aumentamos la cantidad de pasos, porque en definitiva queríamos un desafío nuevo.

El debut fue en mi colegio San Jorge de Córdoba y ahí surgió el nombre, Ikram que significa “honor”, honor a nuestras raíces, nuestra descendencia. Nunca supimos el impacto que íbamos a lograr, tampoco sabíamos si íbamos a perdurar, porque al habernos desprendido del Club no teníamos una institución que nos avale, en realidad, éramos nuestros propios creadores. Ensayábamos en el garaje de nuestros abuelos, no teníamos un lugar fijo pero de ahí surgieron nuestras primeras coreografías, nuestros primeros trajes. Hacíamos todo con mucho entusiasmo.

El grupo fue creciendo en número, pasamos por diversos estadios, maduramos, aprendimos, nos equivocamos pero se armó un grupo espectacular que hasta el día de hoy continúa. Con el tiempo, logramos salir de Córdoba, visitamos otras provincias como Catamarca, San Luis, San Juan, La Rioja y hasta llegamos a Buenos Aires, donde participamos del “Buenos Aires Celebra Siria” casi todos los años.

Logramos lo que queríamos, llevar la danza árabe a otro nivel, hasta le incorporamos magia. Uno de los chicos del equipo es mago, entonces empezamos a hacer coreografías complejas con trucos, traduciendo historias de vida, de un fragmento del día y en esa historia de vida, incorporamos la magia tratando de mostrar seriamente lo que nos representan esas historias.

-¿Qué particularidad tiene la danza árabe con respecto a otras?

Se podría decir que tiene diferencias y similitudes. El folklore sirio libanés nace en el norte del Líbano y nace de una forma muy particular. En sus comienzos, el folklore en Siria y Líbano no existía como tal. Era una época donde la población necesitaba rearmar sus techos,se dedicaban a construir su propia casa. Pero para que ese techo no tenga imperfecciones los vecinos se agarraban todos de las manos y daban un paso hacia adelante y pisaban al mismo tiempo, daban un paso hacia atrás y pisaban al mismo tiempo y así sucesivamente.

La idea era tener un techo uniforme, sin grietas. Con el correr de las horas, los días y los meses se aburrían, entonces para pasar ese tiempo, empezaron a recitar poesías a cantar y con el tiempo le fueron agregando instrumentos a ese ritual. De ahí finalmente nace el Dabke, que significa “golpe”. El dabke es una de las danzas tradicionales de Siria y Líbano, pero también hay otras ramas como el raksa y el kárye, utilizando en varias de sus coreografías elementos como el másbaha (rosario), vara e instrumentos típicos de la región como derbakes y tabl.

Asimismo, el dabke se empieza a  bailar en Palestina, en Jordania y varios países de Medio Oriente. Pero hay que diferenciar dos tipos: el “dabke yabalí”, que es el dabke montañés y el más conocido y el “dabke el keryee” que es el aldeano, es un dabke de celebración, muy tradicional. Con el tiempo comienzan a incorporarle destrezas al baile hasta convertirse en una danza muy enérgica, es una danza que requiere mucho estado físico.

Finalmente, en cada zona el baile adquiere determinados pasos y características. Las danzas iban representando distintos momentos en la vida del paisano y de todos esos momentos diferentes ha nacido una gran danza que expresa eso, un momento.

-Actualmente estas dando clases en el Club Sirio Libanés de Bs. As. ¿Cómo es la dinámica de las clases y por qué invitarías a la gente a participar de ellas?

Así es. Tengo la suerte de pertenecer al Club Sirio Libanés de Buenos Aires como profesor de danza árabe. Ahí enseño el foklore sirio libanés, el dabke y el raksa. Son clases para cualquier persona, mujeres y hombres a partir de los 14 años. El motivo por el cual los invitaría es porque me parece una danza muy atractiva, elegante por su vestuario, por su historia, por su estilo.

Creo que la cultura árabe tiene muchos años, mucha historia y a través del baile es una linda manera de mostrar esa cultura. Además, es una danza que tiene mucha similitud con la danza folklórica argentina, como el malambo y el folklore y eso me parece muy interesante. Los invito a todos a que vengan y vean las clases. Actualmente estoy en la Sede Saavedra del Club, todos los sábados de 17.30 hasta 19.30. Me gusta mucho enseñar, me gusta transmitir lo que se.

-¿Es la primera vez que te toca dar clases?

No, ya he dado clases en Córdoba. Y tengo muchos años enseñando con el Ballet Ikram, porque mientras desarrollábamos las actividades con el grupo, también fuimos armando nuestro propio semillero, o sea, gente que quería aprender y eso significó muchos años de enseñanza.

Yo siento a la danza de una manera muy particular, de hecho mi profesión es otra, soy médico, pero la danza es mi hobby y tengo un amor incondicional hacia ella. Y considero que hay algo fundamental que todos deberíamos tratar de aprender, que es darnos la posibilidad de sentir un poco de pasión por la cultura, simplemente eso: sentir. Eso no se puede enseñar, pero parte de lo que luego te diferencia del resto radica allí, en la pasión con la que sentís las cosas y yo soy un verdadero apasionado de lo que hago y siempre trato de dar lo mejor y mostrar todo lo que sé.

-Ya que mencionaste tu verdadera profesión, contanos un poco sobre eso. ¿Cómo fue el proceso para llegar a ser médico cirujano y cómo lo vinculaste con tu amor a la danza?

Fue un proceso un poco duro con respecto a la danza. Entre a medicina con 17 años en la Universidad Nacional de Córdoba pero yo ya estaba bailando en el Ateneo Cultural de la Sociedad Sirio Libanesa de Córdoba ,por lo que fue todo una revolución, porque medicina me consumía mucho tiempo. Muchas veces tenía que encerrarme horas y horas a estudiar pero paralelamente surgían actuaciones y teníamos que ensayar, entonces me costó mucho adaptarme, pero con el correr del tiempo me fui generando ese espacio y siempre trataba de bailar.

Después llegó la especialidad en cirugía, tuve que hacer cirugía general y ahí los días de guardia me empezaron a costar mucho porque estaba todo el día encerrado y me moría de ganas de salir e ir a bailar con mis amigos. Finalmente, terminaron pasando los cuatro años de residencia con la danza siempre presente.

Ahora me surgió la posibilidad de hacer cirugía plástica acá en Buenos Aires y realmente me siento muy bien, tengo el tiempo y las ganas. Mi vocación es la medicina, pero la danza me ayudó mucho con respecto al trato con el paciente. Creo que los que tenemos un vínculo con el arte, tenemos una parte espiritual muy linda para desarrollar, se genera una comunicación con el otro distinta y yo estoy seguro que parte de mi forma de ser tiene que ver con mi relación con el arte, ya que te da una sensibilidad extra con los pacientes.

-Muchos dicen que la cirugía plástica es un arte…

Totalmente, es un arte. Y desarrollar el arte tanto en la cirugía como en la danza es alimentar la parte espiritual de uno. De hecho, es muy raro estar operando y a las dos horas estar bailando, pero considero que es parte de un todo y así me siento muy bien.

-¿Tenes algún proyecto en mente para lo que sigue?

Con respecto a la danza me gustaría seguir bailando y enseñando. Con respecto a los proyectos médicos, hace poco revalidé mi título en Brasil como parte de un desafío personal de saber si podía con ciertas cosas y me encontré con que sí, con que si uno quiere puede.

Tengo ganas de hacer un paso en mi profesión en ese país. Pero la realidad es que me resulta difícil encontrar un lugar donde me vea a futuro, porque estoy en una etapa donde quiero disfrutar lo que me está pasando y a su vez crecer. Por el momento, mi proyecto a futuro será encontrar un lugar donde pueda crecer y donde pueda ser feliz.

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