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martes, 04 de septiembre de 2018

“Quiero desarrollarme en el país”: Silvia Nassif, doctora en Historia

Por Redacción Diario Sirio Libanés

Entrevistamos a la destacada joven profesional, doctora en Historia, investigadora y autora, Silvia Nassif.

En ameno encuentro con esta Redacción, la destacada docente y joven investigadora tucumana, Silvia Nassif compartió detalles de su historia familiar y actividad profesional.

ENTREVISTA

- Para comenzar quisiéramos preguntarte por el origen de tu familia.

- Mi origen es libanés. Mis abuelos vivían en Santiago del Estero. Los que vinieron del Líbano son mis bisabuelos paternos, entre 1910 y 1912, aproximadamente.

Sabemos que los abuelos de mi papá, ambas familias -materna y paterna- vinieron del Líbano. Lo que no sabemos, por ejemplo, es si ellos ya se conocían allá o se conocieron acá. Ellos se casaron acá y nosotros seríamos ya tercera generación argentina. Sé que mis bisabuelos inmigrantes eran de Amioun, Líbano pero no tengo papeles ni documentos.

Mis abuelos vivieron primero en Santiago del Estero, donde hay una rama de la familia, y la otra somos los de Tucumán. Mi padre tenía tres hermanos de los cuales han fallecido dos, y nosotros somos mi hermano menor que es psicólogo, y yo. Por el lado de mi madre, el origen es español.

- ¿Estudiaste en la Universidad de Tucumán?

- Sí, me recibí de profesora y licenciada en Historia y después enseñé un corto tiempo en secundarias de Tucumán, en colegios universitarios. Y después me interesó la investigación; tuve la posibilidad de presentarme en el CONICET como becaria, para hacer el doctorado.

Decidí que el doctorado quería hacerlo en Buenos Aires, porque la mayoría de las fuentes y documentos -lamentablemente- están disponibles acá y no en mi provincia. Y aprovechar para conocer, también se aprende yendo a otros lugares, conociendo. De modo que desde 2010, estoy un tiempo acá y un tiempo en mi provincia. Terminé el doctorado en Historia en el 2015.

- Aquí tenemos dos de tus obras, ¿Tenés otros trabajos hechos?

- Si, trabajé sobre las comunidades originarias de mi provincia y el último libro que sacamos fue parte de una colección que se hizo por el bicentenario de la Independencia.

El libro se titula “Historia del Municipio de Monteros” y lo hicimos en conjunto con mi compañera y colega Verónica Ovejero. Se hizo una colección con motivo del bicentenario de los 19 municipios de Tucumán y a nosotros nos tocó Monteros. Lo presentamos este año al libro que se suma a estos dos aquí presentes, que son mi tesis de Licenciatura (2013) y la tesis Doctoral (2016).

- ¿También colaboraste en investigaciones en el ámbito de los Derechos Humanos?

Así es. Participé en los juicios de lesa humanidad en Tucumán, me convocaron para que sea testigo de contexto, para que pueda explicar frente a un tribunal, como sucedieron los hechos desde la historia. Puntualmente, en el juicio sobre el Operativo Independencia en Tucumán, que se dio en febrero del ’75.

Después que terminé mi licenciatura fui convocada por el Ministerio Público y Fiscal en la Secretaría de DDHH, el programa “Verdad y Justicia”, Flacso y Cels, para hacer una investigación sobre distintos empresarios que habían tenido responsabilidad en delitos de lesa humanidad cometidos contra trabajadores.

- ¿Cómo está tu situación laboral?

- Actualmente soy profesora adjunta en la cátedra de “Historia Económica y Social Argentina”, pero durante mucho tiempo -siete años más o menos- trabajé ad honorem en la UBA, en la Facultad de Cs. Económicas.

Este año trabajé en el proceso de ingreso al CONICET porque brindan una beca doctoral y post doctoral. Me fui seis meses a México a hacer una especialización, luego de mi doctorado. Fue en el Colegio de México que es una institución muy prestigiosa, y además era un gran anhelo conocer el país ya que en el tema de los pueblos originarios, es otra cultura, otro ámbito. Está muy presente su impronta y no se niegan los orígenes como acá.

Luego de eso, justo en mi ingreso al CONICET y con todos los requisitos cumplidos, surge un ajuste presupuestario por lo que me quedaría afuera de la institución junto a otras 400 personas más que están en la misma situación, de distintas disciplinas: biotecnólogos, ingenieros, bioquímicos, médicos… de todas las áreas.

- El recorte para el CONICET significa que muchos científicos se están quedado sin trabajo.

- Exacto. Yo me quedé sin trabajo. Se postularon 2.200 personas y entraron 600. Pero, las 400 personas que quedamos, pasamos todas las instancias de evaluación. Aplicamos. El problema es que no hay fondos suficientes, de modo que por ese recorte nos dejan afuera, a todo este conjunto de profesionales jóvenes todos entre 33 y 38 años.

A su vez el CONICET tiene una forma de exclusividad que pide que cuando uno es becario -que es lo que a mí me pasó durante ocho años- no puede ser compatible con otro tipo de trabajo, salvo que sea por una docencia simple. Entonces uno no pudo desarrollarse en el ámbito privado o tampoco con otros trabajos particulares, que eran muy difíciles de compatibilizar.

Cuando se corta lo del CONICET, la Facultad dio la posibilidad de que me pasen a tener una renta en la Universidad, pero eso aún no se ha concretado, por lo tanto, hace cinco meses que no cobro mi salario.

- ¿Vas a seguir en la lucha en el CONICET?

- Nosotros vamos a seguir, hay algunos compañeros que se están yendo del país. Además, en mi rol de docente, estamos en paro hace cuatro semanas ya que el ofrecimiento de paritarias del 15 por ciento no coincide con la inflación del 30 por ciento. Justo me tocó un momento muy difícil.

- Hablemos sobre tus estudios.

- Toda mi educación fue en instituciones públicas. La educación primaria y secundaria la hice en la escuela Sarmiento, una de las más importantes de Tucumán, porque es una escuela dependiente de la Universidad, por ende tiene un alto nivel de exigencia. Hasta hace dos años, era una escuela que solamente iban mujeres. Se ingresaba por examen y entraban 30 personas de 600.

Después, en la Universidad de Tucumán ingresé en Letras y terminé inclinándome por la carrera de Historia y me recibí en el 2008. En el 2009, ingreso como becaria al CONICET.

Con el CONICET costeaba el doctorado en la UBA, ya que no es gratuito al 100%, salvo que seas egresado de la misma facultad. Lo hacía gracias al ingreso de la beca, que en ese momento era un monto importante para alguien soltero y sin hijos. Ahora eso se redujo, ya que un estudiante que tiene una beca doctoral está cobrando una suma que ha perdido peso en relación al costo de vida actual.

- De modo que tras 20 años de una formación nacional y pública sería lamentable no poder volcarlo nuevamente en el país ¿Cuál es tu perspectiva ahora que te encontrás sin trabajo? ¿Tenés ganas de continuar afuera?

- No, para nada. Yo ya me fui a México, me fui a Barcelona, me invitaron a una conferencia a Oxford. Pero no, yo quiero estar en la Argentina. Es decir que uno puede completar su formación afuera pero viene a devolver todo lo aprendido para el país, para el desarrollo de la comunidad argentina en su totalidad. Yo estudio Historia, quiero desarrollarme en la Argentina.

- Destacando estas ejemplares intenciones tuyas, ¿Cuáles son tus posibilidades hoy?

- La idea es seguir luchando. Los que quedamos afuera entendemos que tiene que haber un cambio colectivo y que no va a ser algo individual, sino que tiene que ser una medida colectiva. Ahora para más, el Ministerio de Ciencia y Técnica ha bajado de rango y vamos a ser parte de una subsecretaría dentro de Educación, o sea que el panorama viene peor.

Mi idea como la de gran parte de mis colegas es continuar en el país, seguir trabajando y en mi caso desde distintas miradas ya que eso no es la que impera en toda la educación superior, es decir la mirada de los sectores populares y trabajadores.

A ello debe sumarse también que en mi disciplina existe el tradicional centralismo de Buenos Aires, con lo cual se hace necesario un trabajo desde una perspectiva federal para los estudios históricos y mostrar cómo cada una de las regiones y provincias se desarrolla de alguna manera y aporta a la riqueza cultural de la Argentina.

- ¿Cómo te decidiste a profundizar en la problemática de las luchas populares y los ingenios del norte?

- Yo quería estudiar la historia de la última dictadura, pero Tucumán tiene la particularidad que en el período militar previo, es decir durante la dictadura de Onganía, se cierran 11 de los 27 ingenios.

Hasta el día de hoy, Tucumán desarrolla gran parte de su ingreso en los ingenios azucareros; entonces, cuando se cerraron esos ingenios se generó una catástrofe social que se tradujo en la pérdida de más de 50 mil puestos de trabajos y una diáspora forzada de una población de 200 mil tucumanos que no podían quedarse en la provincia. Es decir que fue entre un cuarto y un tercio de la población que se quedó sin trabajo y forzada a desplazarse.

Mi familia, en ese momento, la mayoría eran profesionales recibidos en la universidad pública. Por lo tanto, eran parte de la defensa de la educación pública y los derechos sociales.

- O sea que hubo una transmisión vivencial de tus mayores con respecto a la temática, ¿Cómo vivieron ellos esos años?

- Mis padres me transmitieron los valores en la defensa de la educación pública y gratuita, quedarse y aprovechar todo lo que uno pueda, cambiar las cosas, transformar. Pero por supuesto luego la investigación después fue por otros carriles de orden académico.

Ahora con respecto a las vivencias familiares, una de las hermanas de mi papá ya fallecida, siendo estudiante de quinto año de medicina, fue secuestrada en marzo del 1975 y, tras una movilización popular de los estudiantes, la ponen a disposición del Poder Ejecutivo. Estuvo presa hasta el año ´82. Cuando terminó la dictadura, no le dejaron terminar la carrera aduciendo que el programa había cambiado y tenía que comenzar desde cero.

De alguna manera, esta búsqueda mía de conocimiento tuvo influencias de ese trance familiar. Afortunadamente mi tía lo pudo contar y en la familia los demás pudieron completar sus estudios, pero otros la han pasado mucho peor.

Haciendo un paralelismo, ahora que yo también estoy sin trabajo, justamente estaba estudiando este tema -obreros que vivieron toda su vida en actividad y que de repente se quedan sin nada, que tienen que mantener a la familia- uno como profesional no piensa que le puede pasar algo similar, pero sí.

Yo sigo en la lucha de los profesionales del CONICET y espero que esto en algún momento cambie, mientras tanto también sigo con las clases en la universidad.

- Todo joven profesional que se destaca es un orgullo para nosotros. ¿Tenés ganas de vincularte con la colectividad?

- En mi familia hemos tratado de mantener los orígenes y en Tucumán hay mucha apertura; si bien uno se identifica, hay muchas comunidades con su respectiva integración.

- ¿Cuáles son tus proyectos de investigación a futuro?

- Mi idea es continuar estudiando la última dictadura y avanzar sobre todo en el período de la flexibilización laboral y cómo cambió la producción; también estudio la agroindustria azucarera y la idea es ver cómo es hoy, qué cambio en el país, especialmente en Tucumán.

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