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lunes, 24 de agosto de 2015

El takfirismo intolerante… otra vez

Por Yaoudat Brahim

Nuevo capítulo destructivo del extremismo de E.I. El grupo fanático destruyó en pocos días, el antiguo Monasterio de San Elián en Al Quriatain así como un antiguo templo romano, el Templo de Baalshamin en las ruinas de Palmira.

Recientes episodios en Siria, marcan nuevas postas en el sendero de la destrucción sistemática del patrimonio espiritual y cultural del Cercano Oriente.

Así como en febrero pasado sucedía en Mosul (Irak) , hoy las agencias del mundo difunden información de dos hechos recientes que muestran el implacable perfil del grupo Estado Islámico, guiado por una intolerante interpretación de la ley islámica (Shari’a) bajo las consignas del  wahabismo extremista (takfirismo) que pretende actuar en nombre del Islam todo.

Según se difundió este viernes 21 de agosto, el grupo terrorista E.I. derrumbó, a fuerza de excavadoras, el antiguo monasterio de San Elián (Mar Elián según su nombre en idioma árabe), ubicado en la provincia siria de Homs, según lo confirmó un sacerdote.

01 Mar Elian-Qaryatain-

El monasterio de Mar Elián pertenece al Patriarcado de Antioquía y Todo el Oriente, es decir a la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa Antioquena, e incluye los restos mortales de San Elián Al Homsi.

El monasterio, que data del siglo V, era un lugar de oración y también funcionaba como centro de diálogo interreligioso en la ciudad de Al Quariatain, capturada por el E.I. a principios de este mes.

De acuerdo al periódico británico The Guardian, el clérigo cristiano, que habló bajo el anonimato, informó que los extremistas destruyeron también una iglesia asiria dentro del monasterio.

Estado Islámico, que controla territorios de Siria e Irak, destruye mezquitas, iglesias y famosos sitios arqueológicos, como práctica sistemática en pos de socavar toda herencia cultural así como aquella espiritual que no coincide con su desviada interpretación de los principios de la fe islámica.

En mayo pasado los extremistas tomaron bajo su control la ciudad siria de Palmira, que se encuentra en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Dicha organización internacional condenó públicamente la  destrucción del monasterio de Mar Elián en Siria a través de un comunicado oficial.

La directora general de la Unesco, Irina Bokova, señaló que el Monasterio era un lugar de peregrinación de la comunidad cristiana siria, que celebraba festividades anuales con la participación de miles de personas en homenaje de San Elián.

“La destrucción sistemática e intencional del patrimonio cultural sirio ya alcanza niveles sin precedentes. La destrucción del Monasterio de Mar Elián es una pérdida trágica para la región, y para las mujeres y hombres de todo el planeta”, dijo.

La responsable de la Unesco subrayó que la destrucción cultural que encabeza ese grupo terrorista debe cesar y que la persecución de las comunidades diversas que habitan en Siria, combinada con la destrucción de algunas de sus representaciones icónicas más representativas, son testigo de una ideología de odio y exclusión.

El Director General de Antigüedades y Museos, de Siria, Dr. Mamoun Abdul Karim, en declaración a SANA, dijo que “el sabotaje cometido por E.I. y sus secuaces de las organizaciones terroristas y takfiristas es inimaginable, y ese terrorismo se perpetra en el marco de un proyecto planificado y organizado para destruir la civilización y el patrimonio de la región”, señaló.

Por otra parte, Abdul Karim reveló que los terroristas de E.I. destruyeron más del 90% de los santuarios islámicos en las regiones Este y Noreste, y también destruyeron decenas de iglesias y monumentos cristianos en Deir Ezzor y Raqqa.

La información sobre la destrucción de este monasterio coincide con la del secuestro por E.I. de varios centenares de personas de la comunidad cristiana ortodoxa, en esa localidad siria.

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A su vez se difundió el día de ayer la destrucción por parte del mismo grupo, de un antiguo templo en las ruinas de Palmira, hecho que concreta los peores temores que tenían los arqueólogos sobre esa ciudad de la era romana de hace 2,000 años después de que los extremistas la capturaran y decapitaran el martes 18, al arqueólogo sirio Khaled Asaad , experto en sitios históricos y ex director del Departamento de Antigüedades y Museos en Palmira.

Según el activista sirio Osama Al Khatib, originario de Palmira y residente en Turquía, los extremistas utilizaron explosivos para volar el Templo Baalshamin desde sus cimientos y el estallido fue tan potente que también dañó algunas de las columnas romanas que lo rodeaban.

Merced a su recalcitrante visión takfirí, los extremistas sunníes presentes en los territorios bajo control de E.I. en Siria e Irak, afirman que las reliquias antiguas fomentan la idolatría y por ende, destruirlas es una obligación en la lucha contra el paganismo.

Sin embargo, también se cree que han vendido a precios de remate las antigüedades que han saqueado, para obtener altas sumas de efectivo y continuar financiando la campaña de odio iniciada con apoyo de potencias regionales e internacionales.

Preguntas y respuestas

¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hasta cuándo?, son algunos interrogantes que se imponen ante tamaña barbarie.

¿Hasta cuándo la Siria Histórica (léase Levante, Creciente Fértil o la más común aunque errónea designación de Medio Oriente), con su rico tejido social étnico-espiritual, debe seguir pagando el precio del odio de la batalla de Siffin (1357 dC) que hoy alimenta las bases del enfrentamiento geopolítico de las potencias regionales (Arabia Saudita e Irán)?

¿Es que los financistas internacionales (potencias del Golfo), y los sustentadores logísticos (Turquía) junto a la mano imperial mundial (EEUU-OTAN), que alimentan de forma solapada (o no tanto) a estas bestias de la negación (Takfiríes ) y su cerrazón ciega y fanática, pretenden destruir en el Mashriq toda vida y simbolo que no se ajuste a esa estrecha visión sectaria y desestabilizadora que sueña con la cantonización regional (en el mejor de los casos) y la limpieza sectaria (en el peor)?

Más allá de nuestra profunda condena y repudio a estos aberrantes hechos, surgen aquí los ya enunciados interrogantes.

Se trata tan solo de algunos puntos para reflexionar y acompañar la pesada indignación, ante la triste e irremediable pérdida de valiosas vidas, riqueza cultural y espiritual, así como el daño infligido al tejido social de la región que supo ser ejemplo para la humanidad, de hermandad y convivencia durante siglos; conceptos estos a los que hoy las bestias de la intolerancia responden con secuestros, decapitaciones, excavadoras, explosivos y hasta mazasos.

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