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martes, 03 de enero de 2017

Israel: Documentos revelan desaparición forzada de personas

Por Jonathan Cook (*) – Traducido por Diario Sirio Libanés

El gobierno desclasificó unos 200.000 documentos sobre la desaparición de miles de recién nacidos en Israel durante 1948-1952.

Unos 200.000 documentos para descubrir el misterio sobre la desaparición de niños durante los primeros años de Israel fueron desclasificados la semana pasada.

Los documentos fueron publicados en un portal digital por el gobierno israelí, tras ser acusado durante décadas de obstaculizar la investigación sobre el robo de bebés.

Las familias denunciantes –en su mayoría inmigrantes árabes de fe judía- acusan al personal de salud de haber facilitado la entrega de sus hijos a familias judías pudientes en Israel y el exterior.

Tres investigaciones oficiales (Comisión Minkovski-Bahlul, 1967; Comisión Shalgi, 1988; y Cohen-Kedmi, 1995) concluyeron que los bebés murieron durante el período de caos que siguió al establecimiento de Israel, víctimas de enfermedades y malnutrición.

Pero muchas familias nunca recibieron un certificado de defunción o fueron presentados con una tumba, mientras que otras aseguran que el personal sanitario tomó a sus hijos y nunca los volvió a ver.

La sospecha de encubrimiento por parte de las autoridades estatales aumentó luego de que la Comisión Cohen-Kedmi decidiera clasificar un número de casos y testimonios tras la publicación de sus conclusiones en 2001.

Durante la inauguración del archivo digital, Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel, destacó al hito como el inicio de una nueva era de transparencia. “Hoy, corregimos una injusticia histórica”, dijo el mandatario. “Con un mínimo esfuerzo”, el público podrá reconstruir la historia de cada niño perdido.

Pruebas destruidas

Por otro lado, las familias cargaron contra Netanyahu durante una entrevista con Al Jazeera calificando de inapropiadas a las declaraciones del mandatario israelí.

Las pruebas más comprometedoras “fueron destruidas años atrás” por los hospitales e instituciones de bienestar, antes de que la Comisión Cohen-Kedmi pueda examinarla, dijo Naama Katiee, una activista de Amram , asociación que lleva apoya el reclamo de las familias.

Además, Amram resaltó que una importante porción del archivo solicitado en relación a los niños desaparecidos nunca fue entregado, porque los funcionarios argumentaron a último momento que los mismos habían sido destruidos por fuegos e inundaciones.

Katiee agregó que la comisión solo pudo responder por el destino de 1.000 de los posibles 8.000 niños desaparecidos entre 1948 y 1970, motivo por el cual Amram creó su propia base de datos para investigar nuevos casos.

Nurit Koren lidera un grupo de legisladores que investiga los casos de niños desaparecidos, en entrevista con Radio Ejército, advirtió sobre la existencia de otros 200.000 documentos parte de las dos investigaciones previas a la Comisión Cohen-Kedmi que permanecen sin ver la luz.

Y aclaró, los documentos son del período 1948-1954, pero las desapariciones se extendieron hasta mediados de los años 60. “Estamos obligados a dar una respuesta a todas las familias”, dijo la legisladora.

Abusos sistemáticos

Mientras que los activistas se abalanzaron sobre el masivo archivo para encontrar respuestas, gran parte de la prensa israelí se encargó de desligar al Estado de cualquier responsabilidad respecto de la desaparición de niños.

Juicio al cual, en entrevista con Al Jazeera, Katiee respondió “Pensar que vamos a encontrar una orden por escrito donde se indique al personal sanitario que debe secuestra bebés es una ridiculez”.

Pero los testimonios recolectados, explicó Katiee, permiten reconstruir el ambiente dentro del cual se desarrolló un siniestro esquema de abusos sistemáticos que permitió la apropiación de los recién nacidos de familias de inmigrantes humildes.

De hecho, la mayoría de los niños desaparecidos son hijos de árabes-judíos que fueron ubicados en campamentos para inmigrantes.

Las familias yemeníes fueron las más afectadas por las desapariciones. Se estima que 1 de cada 8 niños menor de 4 años fue desaparecido durante el período 1948-1952.

Durante los primeros 18 meses de Israel, alrededor de 50.000 yemeníes-judíos fueron aerotransportados, mientras que otro importante contingente inmigró desde distintos países de la región, en particular, Iraq, Marruecos, Túnez y los Balcanes.

Algunos testimonios recogidos sugieren que la entrega forzosa de hijos, e incorrecta inscripción de los mismos, o no divulgación del nosocomio de hospitalización, eran prácticas frecuentes entre los funcionarios israelíes quienes eventualmente ponían a los niños en adopción.

Hospital vende bebé

Al Jazeera publicó el pasado agosto un caso estremecedor de un bebé que fuera vendido a supervivientes de la Shoá en 1956.

Gil Grunbaum descubrió por accidente que había sido adoptado de forma ilegal. Y, tras 3 años de búsqueda, pudo localizar a su madre biológica, oriunda de Túnez, luego de sortear las trabas de los funcionarios israelíes.

En conversación con Al Jazeera, Grunbaum dijo “La desclasificación de los documentos es un primer paso muy importante, pero hay mucho más que el gobierno puede y debe hacer. Y, la presión pública sólo aumentará exigiendo más respuestas”.

También exigió al gobierno la apertura urgente de los archivos correspondientes al período de desapariciones, para que quienes sospechan haber sido adoptados de forma irregular pueda iniciar la búsqueda de sus familias biológicas.

“Utilizar la confidencialidad para esconder crímenes no es un argumento válido después de 70 años. No pueden seguir escondiéndose detrás del velo del secreto”, sentenció Grunbaum.

Racismo endémico

Según las familias de los bebés desaparecidos, el abuso está profundamente enraizado con el racismo establecido en Israel contra los árabes-judíos, población popularmente conocida como “mizrajim” (literalmente “oriental”).

De hecho, los “askenazi” (literalmente “occidental”, europeo-judío) ocupaban la mayoría de los cargos públicos, y de acuerdo con la información recolectada, temían que la “retrasada” cultura de los árabes-judíos pusiera en riesgo el futuro del naciente Estado judío.

Yael Tzadok, periodista israelí que investigó casos de niños desaparecidos, notó que los funcionarios creían hacerle un favor al pequeño.

“A diferencia de sus padres, los niños podían ser salvados por las familias askenazi, quienes los reeducarían para transformarlos en materia útil para el nuevo Estado sionista”, explicó Tzadok.

Tzachi Hanegbi, ministro encargado de publicar los documentos, admitió que la conclusión de la Comisión Cohen-Kedmi –la mayoría de los niños murió- es insostenible frente a la evidencia disponible.

“El hecho es que 1.000 niños desaparecieron. Y no hay tumbas, certificado de defunción, o cuerpo”, explicó Hanegbi. Amram, sin embargo, cree que hay más casos que los mencionados por Hanegbi.

Testimonio de enfermeras

Un importante número de los testimonios recientemente publicados permiten confirman lo publicado por Al Jazeera en agosto, sugiriendo que los niños mizraji fueron tomados por la fuerza de los campos de inmigración y luego puestos en adopción.

Yehudit Durani, quien trabajó como asistente de enfermería en un campo de inmigrantes al sur de Haifa, contó a Kedmi que los niños desaparecían con cierta regularidad tras la visita de estadounidenses-judíos.

Además, Durani explicó que los extranjeros compraban juguetes para acercarse a los niños, y al día siguiente, las autoridades sanitarias les informaban a sus padres que el niño estaba enfermo y debía ser hospitalizado en Haifa.

“Los niños desaparecían por montones a diario”, agregó la entrevistada. En referencia a un caso en particular, Durani dijo “Ellos enviaron al niño a Haifa, pero no estaba enfermo. Él cenó conmigo y no presentaba ningún síntoma de enfermedad”.

Durante otra entrevista, Miriam Adani recordó que un doctor admitió haber entregado niños mizraji de familias en campos de inmigración a familias ricas. El doctor se justificó diciendo “Los yemeníes son desagradecidos. No aprecian lo que se ha hecho por ellos”.

En una carta de 1952 analizada por la comisión, un asistente legal del gobierno advertía sobre las frecuentes quejas de “mal trato” en los hospitales que daban a los niños “a toda clase de gente con el fin de la adopción”.

Ruth Baruch fundadora de un servicio de adopción, informó a los investigadores que una enfermera, que prestó servicio en el norte de Israel, antes de morir reconoció el secuestro de bebés.

“Se hicieron cosas. Yo sé lo que pasó. Debo irme limpia de este mundo”, Baruch comentó sobre la confesión de la enfermera.

Los NN

Algunas enfermeras describieron otro escenario, los padres mizraji no reclamaban a sus hijos de los hospitales, o negaban su paternidad frente al personal sanitario.

En dichos casos, los bebés eran enviados a casas intermedias. “Lo que fue de sus vidas, no lo sé”, dijo la enfermera Sarah Meller a Kedmi.

Otros testimonios sugieren que se tomaron pocas precauciones para asegurar que los padres sepan el destino de sus hijos. Situación que fuera agravada por los errores cometidos al registrar los nombres de los menores.

Durante una entrevista Rosa Amster, pediatra que trabajó en Haifa, dijo a Kedmi “El registro de los niños era un gran problema, porque no podíamos diferenciar el nombre del apellido”.

En busca de las tumbas

“Teniendo en cuenta la distancia que separa a los eventos de la actualidad, y la destrucción o falsificación de muchos documentos, nunca conoceremos con exactitud lo sucedido”, sentenció Katiee.

Y aclaró, “Esta situación no impide al Estado asumir responsabilidad por los crímenes cometidos y ofrecer una disculpa a las familias afectadas”.

Katiee también exigió al gobierno que mapee la información correspondiente a los niños que fueran sepultados, porque la disposición de un lugar donde ofrecer respetos es importante para las familias.

“De esta forma, las familias podrán tomar muestras de ADN y confirmar si su hijo fue efectivamente enterrado allí”, explicó Katiee.

En ese sentido, Hanegbi resaltó que el gobierno está analizando el establecimiento de un banco de ADN para asistir en la búsqueda de los padres biológicos a quienes sospechan haber sido adoptados de forma ilegal.

Mientras, Grunbaum dudó de que el gobierno esté dispuesto a ofrecer disculpa alguna, “porque no tiene la fortaleza para hacerse cargo de la culpa. Tiene miedo de enfrentar con la ola de pedidos compensatorios por el pecado cometido”.

(*) Jonathan Cook es un periodista británico galardonado con base en An Nasirah (Nazaret). Sus artículos son regularmente publicados en medios gráficos europeos y árabes, y es autor de tres libros: Blood and Religion: The unmasking of the Jewish State (2006), Israel and the Clash of Civilizations: Iraq, Iran and the plan to remake the Middle East (2008), y Disappearing Palestine: Israel's experiments in human despair (2008).

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